Si no está caduco, al menos necesita una transfusión de savia nueva. El socialismo atraviesa una grave crisis y en ese diagnóstico coinciden el sociólogo Xabier Aierdi, el politólogo Óscar Rodríguez Vaz y el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto Jon Leonardo. Tres expertos que analizan las causas de este declive y no ven fácil su recuperación.
"La decepción de sus bases es brutal"
1. El socialismo ha conocido mejores épocas. Habría que hablar de todo el socialismo o de la izquierda en un sentido más general. Creo que a día de hoy la izquierda y todos los sectores progresistas están a falta de un relato redentor que sea capaz de movilizar a sus bases, que además están esperando. Hay una bolsa de solidaridad inexplotada. Hace falta fracking, pero del social, no del otro. Si nos centramos en los partidos socialistas o socialdemócratas de Europa, la verdad es que no están muy bien las cosas, porque en Alemania quedan ocultos tras el papel de Merkel y, de alguna forma, se ningunea su aportación y, lo que es peor, se supedita su renovación. Si por otro lado miramos a Francia, la desesperanza es aún mayor, porque Hollande venía para ser la gran esperanza y hasta ahora ha sido un fiasco. Hasta sus cuestiones personales perjudican al movimiento de izquierdas. El gran problema de la izquierda socialdemócrata es que hoy por hoy no plantea una alternativa real a las derechas, y en algunos aspectos, como el de las puertas giratorias, se parece bastante. Decepciona bastante.
2. A que probablemente no se han atrevido o intentado hacer algo diferente. Sabemos que la austeridad no es principalmente una cuestión económica, sino ideológica. No están ofertando un nuevo pacto social con la sociedad, no están ofreciendo medidas alternativas, y cuando en un partido del espectro izquierdo el más popular de los ministros es el de Interior es para echarse a llorar. Creo que la decepción de sus bases es brutal, porque la pérdida de peso viene más de la desafección de los propios que del repunte de los adversarios. La decepción es tan grande que no solo retiran el apoyo al partido de toda su vida, sino que tampoco se lo prestan a los otros partidos de izquierda, lo que podría funcionar como medida paliativa del mientras tanto?
3. Pues francamente mal. Están surgiendo nuevos grupos, nuevas propuestas de las izquierdas, aunque minoritarias, pero lo que parece altamente improbable, y esto es un problema de calado, es que haya renovación endógena en los partidos socialistas europeos. Desde luego, la nueva izquierda saldrá de los márgenes de estas izquierdas institucionales y vendrá con una agenda con base en el decrecimiento o el buen vivir que hoy por hoy es inasumible en estos partidos relativamente esclerotizados de la socialdemocracia. Los partidos socialdemócratas se han hecho relativamente viejos e inservibles para una nueva agenda emergente. Es una recomposición que va para largo.
"Atraviesa una crisis de identidad y de modelo"
1. Sí, el socialismo está atravesando una grave crisis de identidad y de modelo. Los datos de desigualdad y pobreza demuestran que el papel de contrapeso redistribuidor de los efectos perversos de la economía de mercado que ejercía la socialdemocracia se ha agotado. El reto hoy para la socialdemocracia no es buscar fórmulas para repartir mejor el crecimiento sin control, sino dar con un modelo alternativo que permita un crecimiento justo.
2. En mi opinión, la crisis de resultados electorales obedece a la crisis de modelo esencialmente. Por supuesto, también influye el hecho de que en muchos países occidentales haya sido la propia socialdemocracia la que diera los primeros pasos en la ejecución de las políticas de la austeridad impulsadas por los conservadores. Este último hecho añade un problema muy serio en materia electoral, una crisis de credibilidad. Por eso, por ejemplo, a pesar de llevar más de dos años gobernando y a pesar de los malos datos -20% de las personas en pobreza relativa, 6% en pobreza, más de un 50% de paro juvenil, etc.-, al Gobierno de España le sigue valiendo el argumento de la herencia recibida frente a los socialistas.
3. La socialdemocracia estará en crisis hasta que no dé con un modelo alternativo al actual en clave de crecimiento equitativo. Podrá ganar elecciones en algunos lugares, como consecuencia de los efectos desastrosos de las políticas conservadoras, pero no tendrá recorrido futuro si no da con ese modelo alternativo. Y pienso que, para ello, básicamente hace falta que la socialdemocracia sea más permeable a lo que se está cociendo en la calle. Hay colectivos de todo tipo que defienden modelos alternativos, desde la economía circular, hasta el decrecimiento, pasando por la economía del bien común. Probablemente ninguno de esos modelos vaya a sustituir al capitalismo a corto plazo, pero seguro que una mezcla de todos ellos podría constituir una alternativa solvente. Y la socialdemocracia debería estar en conexión permanente con todos ellos. Esto facilitaría su propia catarsis en clave de regeneración, que también se me antoja necesaria, especialmente en España.
"Han abdicado de sus principios y pasa factura"
1. Es un hecho que el socialismo está inmerso en una profunda crisis. No hay más que ver la posición hegemónica que ocupaba en Europa hace 20 o 30 años, con el SPD en Alemania, el Partido Laborista en el Reino Unido y el Partido Socialista en España. En los años 80-90 los partidos socialistas europeos, por una parte, gestionaban el capitalismo a través del estado de bienestar y, por la otra, avanzaban al unísono en la construcción europea. Hoy prácticamente no queda nada, los partidos socialistas se han visto rebasados y han defraudado muchas expectativas de gente de izquierdas que pensaban que iban a ser la fuerza de cambio y de regeneración moral en esta sociedad.
A ese desencanto contribuyeron actuaciones como la de Tony Blair en el tema de Irak, en el caso español en relación a la OTAN o la aplicación mimética por parte de los gobiernos socialistas de las políticas provenientes del G8, FMI y demás, que han acabado por rematar la faena. En la actualidad, nadie se cree que los partidos socialistas sean una fuerza de cambio, el desencanto y la deslegitimación producida entre los votantes es de tal calibre que tardarán en recuperarse.
A pesar de esto, la crisis de los partidos socialistas apunta a causas más profundas, de otra índole. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, se puede decir que ha habido un exceso de optimismo en la creencia de que lo político era capaz de domeñar al mercado. Durante décadas de crecimiento ininterrumpido, como había para repartir a través de políticas fiscales, todos hemos estado convencidos de que era posible limar las aristas más duras de este capitalismo. El efecto inducido de esta creencia, que combinaba políticas de redistribución social con una conciencia optimista generalizada de que era posible seguir mejorando en todos los frentes de la existencia en un continuum ascendente indefinidamente, otorgó muchos votos y mucho poder a la socialdemocracia, ya que creó el mito de que podríamos seguir consumiendo y elevando nuestros estándares de vida de forma permanente. Esto hizo que el estado de bienestar adquiriera la categoría de conquista universal y una estación sin retorno, ya que existía la creencia mítica de que el capitalismo nos iba a proporcionar todo cuanto necesitásemos en una carrera enloquecida como la que hemos vivido. Hoy que estamos asistiendo a su desmantelamiento controlado por parte de este capitalismo duro, el desencanto y la crisis de los partidos socialistas defensores de este modelo es inevitable.
2. No creo que exista una causa única que explique la situación del socialismo español. Ahora bien, sí creo que en el trasfondo de la crisis del socialismo hay un rasgo estructural. Me refiero al hecho de que ha ido difuminando su perfil en aras de una política posibilista -no sé si es un eufemismo- que ha difuminado del todo su propia realidad. En el caso español es claro. Hay dos ejes por los que se define a un partido en el caso español: su posicionamiento respecto a la relación de la política y el mercado, es decir, el eje derecha-izquierda; y respecto a la forma de organización y de gobierno del Estado. Si hoy pregunta uno: ¿Qué es el socialismo español? De centro, de izquierda, de derecha, o más concretamente: ¿En qué se diferencia de un partido demócrata-cristiano? Sus propios votantes no sabrían contestar. Si nos vamos a la pregunta de monarquía o república, federalismo o centralismo, no digamos.
Han pasado muchos años y yo también doy valor al posibilismo con el que han tenido que lidiar en momentos concretos, pero me temo que han imitado a Fausto y han abdicado de sus principios y eso les está pasando factura. Una cosa es la adaptación estratégica en momentos concretos y otra el mimetismo respecto al poder que les ha llevado a sacrificar lo mejor de sí mismos y de la tradición que representan.
3. Pues muy complicada, le va a costar mucho. Primero, porque han perdido credibilidad en cuanto a su capacidad para domeñar a las fuerzas económicas que dirigen este proceso de desmantelamiento del Estado y de la sociedad. Segundo, por su incapacidad para asumir la cultura de esta España diversa y plural. Históricamente han apelado a una supuesta ciudadanía paneuropea, más como estrategia de demarcación respecto a las culturas locales que como afirmación identitaria creíble. Como no tenían espacio referente, crearon El contrato ciudadano por las culturas, un bodrio terminológico para no afirmar el término anterior cultura vasca porque les parecía como sinónimo de un aldeanismo, propio de nacionalismos de boina y vuelo corto, y les creaba sarpullidos. Toda su estrategia cultural se ha basado en azuzar el binomio nativo-inmigrante como caladero de voto, sin darse cuenta de que el tiempo ha pasado y o asumes la cultura e idiosincrasia de un lugar, o resultas desplazado. Todas las identificaciones identitarias las han resuelto muy mal. Su presidente Eguiguren habló sin tapujos de recuperar Euskalherria. Pensé: Veo que van acertando. Sin embargo, las críticas no se hicieron esperar. Es uno de los dramas que tiene el socialismo español y que en el caso catalán se ha visto con nitidez. Por primera vez, una nación compuesta en su mayoría por inmigrantes de segunda y tercera generación le ha puesto en el brete de tener que posicionarse ante una demanda de la sociedad para que preste su apoyo el ejercicio de un proceso deliberativo que hoy ya no se discute en ninguna parte del mundo. No le están pidiendo, como muchas veces han achacado en el caso vasco, una adhesión a idearios nacionalistas de carácter etnicista o identitario. ¿Cuál ha sido el resultado? Un portazo en las narices, so capa de una legalidad, pero que en el fondo esconde toda una adhesión identitaria española incompatible con la pluralidad política. Nuevamente los valores republicanos y la credibilidad del socialismo por los suelos. Han creado un cisma ridículo en un bastión importante del socialismo que, me temo, tardarán muchísimo en recuperar. Si a todo esto se une el desencanto de su gestión de la crisis, no veo el horizonte muy halagüeño.
1. ¿Considera que el socialismo está atravesando una grave crisis?
2. ¿A qué se debe que los socialistas, tanto dentro como fuera del Estado, hayan sufrido varapalos electorales en los últimos años? ¿Ha influido la crisis, las políticas de recorte que han aplicado??
3. ¿Cómo ve a esta opción política a corto o medio plazo? ¿Les costará levantar cabeza? ¿Qué deben hacer para recuperar apoyo?