Londres - Faltan siete meses para que Escocia celebre el referéndum que decidirá si quiere seguir formando parte del Reino Unido ser independiente. Las últimas encuestas señalan que cada vez hay más partidarios del sí a la independencia y prueba de ello son las advertencias que ha hecho Londres y Bruselas en los últimos días. De este modo tratan de negar dos de las principales propuestas del ministro principal escocés, Alex Salmond, para una eventual Escocia independiente: el mantenimiento de la libra esterlina y seguir perteneciendo a la Unión Europea (UE). Si el pasado jueves el ministro de Economía, George Osborne, mostraba su oposición a que una Escocia independiente siguiera teniendo como moneda la libra esterlina, ayer el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, afirmó que la adhesión de una Escocia independiente a la Unión Europea sería "extremadamente difícil, si no es imposible", pues debería contar con el apoyo de "todos" los socios comunitarios. En una entrevista en la BBC, Barroso insistió en la dificultad de que 28 socios de la UE apoyen la entrada al bloque de un país escindido de uno de sus miembros, el Reino Unido, y puso como ejemplo la posición española sobre Kosovo.

"Vemos que España se opone incluso al reconocimiento de Kosovo, por ejemplo. Y en cierta forma es un caso similar porque se trata de un nuevo país y creo que va a ser extremadamente difícil, si no es imposible, que todos aprueben a un nuevo miembro que procede de uno de nuestros países", indicó Barroso, que precisó que no desea "interferir en este debate democrático".

La advertencia de Barroso se produce tres días después de que los tres grandes partidos británicos -los conservadores y liberaldemócratas que gobiernan y los laboristas de la oposición- se unieran para dejar claro que rechazarían que la libra esterlina sea la moneda de una Escocia independiente.

"una posición ridícula" El Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Salmond cree que estas posiciones son fruto del "acoso" de las autoridades británicas, al tiempo que calificó de "ridículas" las palabras de Barroso sobre la permanencia de una Escocia independiente a la UE.

La número dos del Gobierno escocés, Nicola Sturgeon, calificó ayer de "ridícula la comparación con Kosovo" alegando que "Escocia ya es miembro de la Unión Europea y lo ha sido durante 40 años" y dijo que no compete a la Comisión Europea decidir sobre la posición de otros estados miembros o "los deseos democráticos de la población escocesa". "La cuestión es que ningún estado miembro ha dicho que vetaría que Escocia siguiese perteneciendo" a la UE, manifestó la viceministra principal de Escocia. En su Libro Blanco sobre la independencia, el SNP aboga por negociar la posición de Escocia en la UE en los 18 meses siguientes al referéndum si triunfa la opción del sí, pero desde dentro del bloque comunitario.

Ayer se divulgó además que Alex Salmond ha escrito al primer ministro británico, David Cameron, denunciando el "acoso" de algunos de los miembros de su Gobierno y su cambio de "tono", ante la cercanía de la fecha de la consulta y el avance en las encuestas de la posición independentista. Aunque todavía detrás de la opción del "no", un sondeo reciente de ICM reveló que la tendencia a favor de la independencia de Escocia ha subido del 32 al 37 %, mientras la campaña que apoya la unión descendió del 49 al 44 %, es decir cinco puntos menos que en anterior sondeo de septiembre. La llave pueden tenerla el elevado número de indecisos, un 19%, que según las encuestas están especialmente preocupados por la economía. La encuesta también contempla cuál sería el resultado sin contabilizar a los indecisos. En ese caso, los partidarios del 'sí' son el 46% de la población y los partidarios del 'no', el 54%. "Se trata del mayor número de partidarios de la independencia registrado nunca en un sondeo", subrayó John Curtice, experto en encuestas de opinión.

Por ello, los líderes nacionalistas de Escocia consideran "un farol" la amenaza británica sobre la libra, al tiempo que amagan con no pagar su parte de la deuda pública si finalmente se les niega la unión monetaria.