Vitoria. "Todas las personas son bienvenidas a nuestros actos in memoriam de Fernando y Jorge. Os animamos y agradecemos el acompañarnos en estos días". Es el mensaje que lanzaba ayer por la tarde en las redes sociales la Fundación Fernando Buesa, en unas horas previas al habitual acto in memoriam marcadas por la presencia de EH Bildu en la ofrenda en recuerdo del político socialista y su escolta, Jorge Díez, que por primera vez se celebrará hoy en el Parlamento Vasco. Pero fue la memoria y el reconocimiento del daño causado lo que centró posteriormente buena parte de las intervenciones, encabezadas por la de una de las hijas del dirigente socialista asesinado por ETA hace hoy trece años, Sara Buesa, también vicepresidenta de la Fundación y que en esta ocasión relevó a su madre, que no pudo acudir al acto.
Sara Buesa fue tajante: "El reconocimiento del daño causado y de la responsabilidad de ese daño es absolutamente imprescindible", "hay que exigirles que reconozcan públicamente que lo que hicieron estuvo mal". Un mensaje que cobra especial relevancia en una semana que arrancó con la lectura en un tribunal de un comunicado de ETA por parte de Garikoitz Aspiazu, Txeroki, en el que la organización terrorista lamentó "el daño" causado "a todos los ciudadanos sin ninguna responsabilidad en el conflicto". Fue más allá Sara Buesa, para dedicar también una reflexión a la izquierda abertzale, respecto a la que manifestó la "profunda decepción" de la Fundación "al constatar que no se ha producido un cambio sustancial en el discurso". "Esto nos hace pensar que su desmarque de la violencia no se sustentaba en un reconocimiento sincero, sino en una estrategia medida y un cálculo político para conseguir la legalización".
Un discurso especialmente pegado a la actualidad que comenzó precisamente hablando de los 16 meses transcurridos desde que ETA anunció el cese de la violencia y de la consiguiente reflexión que la Fundación ha realizado sobre su papel en ese nuevo escenario; un papel necesario, abundó, porque ese pasado "no es un problema solo de las víctimas del terrorismo, es algo que nos atañe a toda la sociedad vasca". A esa nueva etapa obedece, en parte, el cambio de escenario del acto de este año, del Teatro Principal al museo Artium, nuevo decorado obligado por "la complicada situación económica que vivimos en nuestra sociedad", pero también "reflejo del comienzo de la nueva andadura". "Seguimos con nuestro trabajo, adaptándonos a las circunstancias, pero sin perder nunca nuestra autonomía y dignidad -dijo la hija de Fernando Buesa-. Si en un momento dado esto no fuera posible, no descartamos poner fin a nuestra actividad".
A ese compromiso de adaptación y continuidad respondieron también las intervenciones de cuatro de los miembros del patronato de la Fundación, entre ellos el que fuera primer Ararteko, Xavier Markiegi, quien advirtió de que "la memoria es un arma, una herramienta de cohesión social" e instó a a las instituciones a "acometer ya" el proyecto de Centro de la Memoria aprobado en 2011.
Todo esto, en un acto que cerró un coloquio con Osvaldo Puccio, presidente del Consejo de la Fundación Salvador Allende. En el auditorio, y además de familiares de Isaías Carrasco, Joxe Mari Korta o Inaxio Uria, así como Pilar Manjón, una nutrida representación política alavesa y vasca, encabezada por los consejeros del Gobierno Vasco Estefanía Beltrán de Heredia y Ricardo Gatzagaetxebarria, y con la significativa presencia de Jonan Fernández, nuevo secretario general de Paz y Convivencia del Ejecutivo, acompañado por Txema Urkijo. Por supuesto, la presencia socialista fue también muy destacada, liderada por su secretario general, Patxi López, que llegó escoltado por José Antonio Pastor y Txarli Prieto. La presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria; el diputado general de Álava, Javier de Andrés; el alcalde de Gasteiz, Javier Maroto; el Ararteko, Iñigo Lamarca, o el presidente del ABB, Xabier Agirre, fueron otros de la larga nómina de representantes políticos presentes.