vitoria. La última vez que el lehendakari se reunió con los diputados generales se enfrentó, dentro de la cordialidad que exige la etiqueta institucional, a tres altos representantes del principal rival de los socialistas, el PNV, acompañados por el presidente de Eudel, del mismo partido. Ayer, haciendo buena la máxima del "divide y vencerás", López citó uno por uno y en su casa, Lehendakaritza, a los tres diputados generales, cada uno de un signo político, lo que sin duda contribuyó a la comodidad del dirigente del PSE.
La nueva fotografía demuestra que Euskadi ha entrado en una nueva etapa, con los principales partidos atrincherados en una institución y dispuestos a jugar sus cartas durante la legislatura de la mejor manera posible.
Puntuales los tres a su cita, los diputados generales llegaron hasta la puerta de Lehendakaritza en sus respectivos coches oficiales y accedieron al recinto a esperar a que el lehendakari los recibiera, entre una nube de flashes, especialmente densa con Garitano. No en vano, hacía cinco años de la última vez que un dirigente de la izquierda abertzale entraba en la sede de la Presidencia del Gobierno Vasco, y en aquella última ocasión el lehendakari Ibarretxe acabó declarando en el juzgado por dejarle pasar.
Pero, efectivamente, las cosas han cambiado en Euskadi y ayer las tres citas se desarrollaron dentro de una anormal, por lo novedoso, normalidad institucional. Según el lehendakari, José Luis Bilbao, el más incómodo ayer en Lehendakaritza, presentó como credencial o contrapropuesta su discurso de investidura, mientras que Javier de Andrés planteó propuestas de lucha contra el fraude fiscal en la línea de las que propone el propio López.
Garitano, por su parte, adoptaba un perfil institucional en su primera visita a la sede del Gobierno Vasco. De su solapa pendía el pin con el escudo de Gipuzkoa, y no el número de recluso de Arnaldo Otegi que ha lucido en citas anteriores.