BRUSELAS. Bélgica asume el próximo jueves, 1 de julio, la Presidencia semestral de la Unión Europea y lo hace sin un gobierno estable, con reivindicaciones más vivas que nunca sobre el traspaso de competencias a las regiones, lastrada por una deuda que según la Comisión Europea volverá a sobrepasar el 100% del PIB a finales de 2011, y muy agitada estos últimos días por los fantasmas de la pederastia que han tocado de lleno a la Iglesia católica y han terminado por abrir otra crisis política más, esta vez con el Vaticano. Aunque no es habitual que todo un primer ministro, aunque sea en funciones, acuda al edificio Justus Lipsius -la sede del Consejo de ministros de la UE- a presentar en persona las priodades políticas de la presidencia de la UE, el democristiano Yves Leterme debió de pensar que la situación lo requería.
Flanqueado por su ministro de exteriores, Steven Vanackere, y el secretario de estado para asuntos europeos, Olivier Chastel, el saliente Leterme aseguró ayer a la prensa internacional que la compleja situación política que vive el país desde hace meses no afectará a su labor como presidente de la UE. Garantizó que la maquinaria europea seguirá funcionando con absoluta normalidad y que su interinidad no será ningún problema porque la presidencia lleva meses preparándose para esta tarea y coordinándose con las comunidades y regiones, responsables de presidir incluso algún Consejo de ministros de la UE. "No hay dudas de que Bélgica, sea quien sea quien presida el Gobierno federal en los próximos meses, esta preparada para presidir de aquí a diciembre la Unión Europea", aseguró. Lo mismo había hecho Leterme el día anterior ante la conferencia de presidentes de la Eurocámara, donde participan los líderes de todos los grupos políticos, e incluso el nacionalista flamenco y vencedor de los comicios, el nacionalista flamenco Bart De Wever con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao. En todo caso, el todavía jefe del gobierno, funcionario europeo según él mismo dijo, presidirá el club europeo con un espíritu de "continuidad" y en un segundo plano porque seguirán siendo el presidente permanente de la UE, Herman van Rompuy, y la alta representante para la política exterior y vicepresidenta de la Comisión Europea, Catherine Ashton, quienes pondrán voz y cara a Europa gracias al nuevo sistema de trabajo impuesto por el Tratado de Lisboa.
Al igual que la Presidencia española, la economía y el crecimiento sostenible consumirá buena parte de su tiempo. Entre los objetivos concretos mencionados ayer: crear un autoridad de supervisión, consolidar el pacto de estabilidad y crecimiento sin modificar el Tratado y reglas más estrictas para la gestión de los fondos de inversión alternativos y especulativos que estuvieron en el origen de la crisis. Además, los próximos seis meses serán claves para poner en marcha el servicio diplomático exterior de la UE, avanzar en las negociaciones de adhesión con Croacia y entablar discusiones con Islandia y los Balcanes occidentales. También trabajarán para mejorar la respuesta frente a catástrofes naturales como Haití o las inundaciones que han afectado en las últimas semanas a media Europa, y la lucha contra el cambio climático.