o llaman tormenta perfecta. Por aquí empezamos hablando de semiconductores y microchips, que no llegaban, que resulta que Mercedes tenía que parar la producción. Pero el Observatorio de afectación del covid-19 de SEA Empresas Alavesas ya llevaba meses advirtiendo de que, en paralelo a la recuperación tras el parón del confinamiento, las compañías alavesas comenzaban a verse afectadas por la falta de materias primas y su encarecimiento. Ha llegado la espiral del alza de precios de la energía, el cuello de botella generado en el transporte marítimo -que supone en torno al 90% del comercio mundial- y la consiguiente escasez y encarecimiento de los contenedores de mercancías, una demanda que, pese a la pandemia, parece mantenerse calentando motores para Navidad -la Federación de Minoristas de EEUU ha llegado a decir que el país "se está quedando sin existencias porque los estadounidenses están comprando demasiado"-, la falta de camioneros, el brexit, la dependencia de China y de países como Taiwán -echen un vistazo al tira y afloja que Pekín y EEUU mantienen en torno a la isla, por cierto, el mayor productor mundial de microchips- y, como guinda, un IPC creciente. Surgen conceptos como desglobalización y relocalización. Claro que también hubo quien habló, parece que hace eones, de refundar el capitalismo.