a economía vasca está dando signos esperanzadores de reactivación tras más de un año de grave crisis a consecuencia de la pandemia de covid-19. El mazazo sufrido en la actividad en todos los sectores y su consiguiente efecto demoledor en el empleo parecen ir poco a poco remitiendo mientras el crecimiento va recuperando músculo. El lehendakari, Iñigo Urkullu, expresó ayer de forma contundente, dentro de la prudencia, que se advierte un “cambio de ciclo en positivo” en nuestra economía. Una reflexión que va en la línea expresada también por el consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, que este próximo martes presentará en Consejo de Gobierno las directrices para los Presupuestos del año 2022, en el que se espera también un crecimiento “potente” de la economía vasca aunque con toda probabilidad menor que el de este año. Los datos parecen avalar esta percepción de una evolución positiva. Las cifras referidas al empleo son, en este sentido, muy elocuentes e indican una mejoría incuestionable que aún es necesario apuntalar y consolidar. El descenso del desempleo es especialmente significativo, con una importante reducción de más del 13%. A este respecto, resulta especialmente relevante que Euskadi ha conseguido recuperar ya tres de cada cuatro puestos de trabajo que se destruyeron durante la pandemia. Asimismo, índices como el del PIB conocido ayer -con un aumento del 0,2% en el primer trimestre del año en términos intertrimestales-, de las exportaciones (+9%) y de la producción industrial, que se ha recuperado hasta un 64,4% en abril respecto al mismo mes del año anterior, con lo que el índice acumulado de los cuatro primeros meses se sitúa en el 10,4%, confirman estos síntomas de recuperación, que es necesario poner en valor porque se trata de un éxito colectivo aunque también conviene relativizarlos, ya que falta aún mucho para una recuperación plena, que, a la espera de los fondos europeos, se prevé que no se alcanzará hasta dentro de dos o tres años. Una de las claves fundamentales es la mejora en la calidad del empleo, una de las asignaturas aún pendientes. De ahí la necesidad de consolidar esta incipiente recuperación desde la industria de futuro y sostenible, el emprendimiento, la productividad y la innovación como motores, por encima de la confrontación y la conflictividad.