l año que acaba de comenzar va a ser trascendental para el presente y futuro de los vascos y las vascas. Es obvio que, debido a las terribles consecuencias de la pandemia de covid-19 que ha condicionado todos los aspectos de nuestra vida personal y familiar, social y económica durante la mayor parte del pasado año, los grandes retos a los que se enfrenta Euskadi en este 2021 deben ser abordados con el máximo rigor, ambición, firmeza, garantías y búsqueda del mayor consenso posible. La prioridad, tanto de las administraciones como de la ciudadanía, debe ser poner freno al virus, que sigue causando estragos con un nuevo y preocupante repunte de contagios que tiene su impacto directo en el sistema sanitario y en especial en las hospitalizaciones y con la amenaza de la tercera ola, pese a la gran esperanza abierta por la puesta en marcha de la vacunación. En paralelo a la lucha global contra la pandemia, y con la necesidad de reforzar los sistemas sanitario, educativo y de cuidados, Euskadi tiene asimismo grandes desafíos que afrontar este año desde el punto de vista político. La recuperación tras el devastador efecto del covid-19 es, sin duda, el gran objetivo. De ahí que los presupuestos del Gobierno vasco y que serán aprobados el próximo febrero sean clave para este propósito -para el que, en buena lógica, están diseñados-, máxime teniendo en cuenta que son fundamentales, además de para garantizar la estabilidad institucional y económica, para la consecución y gestión de los fondos europeos Next Generation -a los que la CAV aspira a recibir 5.700 millones de euros- y que determinarán el futuro económico del país a corto y medio plazo. Asimismo, 2021 debe ser el año en el que Euskadi dé un salto cualitativo y cuantitativo en lo que respecta al cumplimiento íntegro del Estatuto, con la asunción de nuevas transferencias aún pendientes, en especial la de Prisiones, prevista para marzo. En cualquier caso, si algo caracteriza la situación que debe afrontarse este año, sobre todo tras la experiencia de la pandemia, es la necesidad imperiosa de alcanzar acuerdos lo más amplios posible en Euskadi frente a las estrategias de confrontación, y tambiénel ineludible reforzamiento de los sistemas de relación y cogobernanza con el Estado en detrimento de la imposición y la unilateralidad -que se han mostrado claramente ineficaces- mediante un mayor blindaje del autogobierno.