Siempre he estado por la libertad de expresión. Pero todo tiene sus límites, como el gritar ¡fuego! en un teatro lleno. Estos días he visto en Madrid unos papelitos pegados en la calle que el coronavirus no existe, que no hay que llevar mascarilla, etc. Yo he estado dos semanas hospitalizado luchando entre la vida y la muerte por el covid-19. Esos listillos que creen saberlo todo y creen salvar al mundo son homicidas por imprudencia, ya lo hagan con papelillos, por Internet o de palabra. Ojo con ellos.