Cuando hablamos de Sudán, no es ocioso recordar que, situada en una parte de su territorio actual, el Reino de Nubia fue rival, socio comercial, territorio conquistado y colonizado por Egipto en distintos momentos de su historia, pero también conquistador de Egipto, durante cien años, en la segunda mitad del siglo XVIII a. C., con la dinastía XXV de los denominados faraones negros. Y viene a cuento rememorar que, ya en aquel tiempo, había textos egipcios que se referían a Nubia como “la tierra del oro”.
En el año 350, a consecuencia de la invasión etíope, el cristianismo estuvo presente en la zona. Posteriormente, con la conversión de los reyes de Nubia en el siglo VI, se reconocía la autoridad espiritual del patriarca copto de Alejandría. Aunque los musulmanes árabes habían conquistado Egipto ya en 640, la Nubia cristiana vivió en armonía con Egipto durante más de setecientos años, pero algunos reinos cristianos de Nubia, al finalizar la Edad Media, fueron dominados por Sultanato de Sennar. Entre los siglos XIV y XV, aumentó la colonización por parte de nómadas árabes. Y entre los siglos XVI y XIX, el sultanato de Funj dominó el centro y este de Sudán, y el oeste estuvo bajo el control de Darfur.
A principios del siglo XIX, Egipto, con virreyes otomanos, en busca de oro y esclavos, conquistó lo que hoy es Sudán, y estableció burocracia centralizada y notables impuestos. En este tiempo, el virrey de Egipto nombró al general Gordon gobernador de Sudán, lo que afianzaba los lazos del Egipto otomano con los británicos. Gordon intentó poner fin al comercio de esclavos, pero aumentó impuestos y hubo represión, lo que generó descontento.
En ese contexto, el líder espiritual sufí Mohamed Ahmad se proclamó Mahdi (salvador) de su pueblo, y su movimiento, en 1881, derrotó al dominio otomano egipcio, intentó unificar las tribus del oeste y centro del país; en 1885 asedió Jartún, donde murió el general Gordon, y se implantó una teocracia nacionalista, aunque en 1898 una fuerza anglo-egipcia lo derrotó.
En 1914, Egipto se convirtió en Protectorado Británico, Sudán pasó a ser gobernado directamente por Gran Bretaña, y luego por otro condominio anglo-egipcio en 1929, que terminó en un acuerdo de colaboración. Tras la Segunda guerra mundial, con la subida al poder de Gamal Abdel Nasser, Gran Bretaña y Egipto, en 1952, acordaron la celebración de elecciones libres y un referéndum sobre la independencia, que llegó en 1956.
Es posible que, durante toda esta época, murieran cientos de miles, igual millones de personas. Desgraciadamente, seguimos escribiendo la historia numerando los arcos de triunfo, y sin tener capacidad de hacer memoria del sufrimiento de las víctimas.
Ya en los primeros años de su independencia, tuvo lugar la denominada Primera Guerra Civil sudanesa entre el norte árabe-musulmán y el sur cristiano-animista, durante la que murió en torno a medio millón de personas. En el contexto de tal inestabilidad, en 1969, tras un golpe de Estado, el coronel Yaffar al-Numeiry tomó el poder y gobernó dictatorialmente durante veinte años. Pero, a partir de 1983, estalló la denominada Segunda Guerra Civil, donde se mezclaron conflictos interétnicos con una gran hambruna en el oeste del país, en la que murieron cientos de miles de personas, y el Gobierno militar la intentó ocultar. En este contexto, otro militar, Omar al-Bashir, se hizo con el poder en 1989. Al-Bashir combatió a las fuerzas opositoras del sur e intentó imponer la supremacía árabe e islámica en todo el territorio. Esta guerra dejó casi dos millones de muertes en veintidós años, con todo lo que esto significa de dolor y sufrimiento humano.
Citar los nombres de los presidentes durante esos años: Abdullah Khalil, menos de dos años en el poder; Ibrahim Abboud, golpe militar y enfrentamientos armados con el sur; gobierno civil de Mohammed Ahmed Mahgoub; golpe militar de Jafaar al-Nimeri e implantación de la Sharia en todo el territorio; elecciones y presidencia de Sadiq al-Mahdi; golpe militar de Omar Hassan Ahmed al-Bashir… no nos ayuda a cerrar los ojos a la cantidad de víctimas sin nombre que sufrieron las consecuencias de los distintos enfrentamientos entre diversas organizaciones, incluidos los gobiernos.
Paralelamente a la denominada guerra civil, en 2003, estalló un conflicto interétnico en la región occidental de Darfur que dejó al menos 400.000 muertos. Ante este hecho, la Corte Penal Internacional acusó a Al-Bashir, entre otras cosas, de genocidio. Y es preciso recordar que las actuales Fuerzas de Apoyo Rápido tienen su origen en la limpieza étnica realizada en Darfur en ese momento. Por otro lado, la credibilidad de Al-Bashir mejoró a partir de 2005 con el fin de la denominada Segunda Guerra Civil.
En 2011, tras un referéndum, Sudán del Sur adquirió su independencia, con lo que Sudán perdió una cuarta parte de su territorio y su mayor reserva de hidrocarburos. En 2019 Al-Bashir fue depuesto y sustituido por un Gobierno de transición, tras el que se produjo otro golpe de Estado militar en octubre de 2021. En ese golpe unieron fuerzas Abdel Fattah al-Burhan, líder del las Fuerzas Armadas Sudanesas, y Mohamed Hamdan Dagalo, apodado Hemedti, el hombre fuerte de las Fuerzas de Intervención Rápida; pero desde 2023 se han enfrentado ambas fuerzas, en cuyo contexto hay masacres de civiles, hambrunas y epidemias. La ONU afirma que se trata de “la mayor crisis humanitaria del mundo”, y que es “el epicentro mundial del sufrimiento humano”. Según Amnistía Internacional, apenas unos días después del comienzo del conflicto, aparecieron informes de violaciones, esclavitud sexual, y otros factores de violencia sexual que afectaban a ambas fuerzas enfrentadas, y ambas cometían delitos de todo tipo que pueden constituir crímenes de guerra.
Los informes sobre población indican que Sudán tiene en torno a cincuenta millones de habitantes, y, según han afirmado fuentes de la ONU, más de ciento cincuenta mil personas han perdido la vida en Sudán desde 2023; y aproximadamente doce millones de personas han sido desplazadas, algunas fuera del país, con todo lo que eso implica de más dolor e inseguridad.
No podemos decir que esta denominada Tercera Guerra Civil sudanesa sea un simple enfrentamiento entre dos generales rivales. “La situación en Sudán es muy compleja”, explica Awad Ibrahim, de la Universidad de Ottawa. “Además de las Fuerzas de Apoyo Rápido, y de las Fuerzas Armadas de Sudán, hay al menos cinco subgrupos involucrados, así como varios actores externos, como los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Rusia”. Según él, todos estos actores tienen un interés particular en continuar la guerra entre sí porque Sudán posee importantes yacimientos de oro, que sirve como moneda para comprar armas. Numerosos informes e investigaciones periodísticas indican que Abu Dabi proporciona asistencia militar a las Fuerzas de Apoyo Rápido, con armas pesadas, vehículos, artillería e incluso drones de diseño chino. Por su parte, el ejército sudanés también tiene acuerdos diplomáticos y militares, a cambio de oro, con Rusia mientras otros países, como Egipto y Turquía, brindan al régimen de Jartum apoyo diplomático y drones. “El oro es una de las razones que impulsa a todas las partes a continuar la guerra”, resume Awad Ibrahim, Según distintas fuentes, casi todo el oro de Sudán termina en los Emiratos Árabes Unidos, a través de canales comerciales legales o clandestinos. Por cierto, una parte significativa de la producción es artesanal en la que trabajan unos dos millones de personas, incluidos niños, con gran riesgo para su salud.
En otro hemisferio de la conciencia, se indica que los bancos centrales de todo el mundo necesitan y mantienen reservas de oro para estabilizar monedas, para mantener la confianza de inversores y disponer de liquidez en tiempo de crisis, por lo que han aumentado significativamente sus compras de oro en los últimos años.
La consecuencia de toda esta pugna es que más de la mitad de la población tiene insuficiencia alimentaria severa, y casi tres millones de niños y niñas sufren malnutrición aguda, y ni siquiera organizaciones internacionales como el Programa Mundial de Alimentos pueden acceder al noventa por ciento de las personas que lo necesitan.
Respecto al futuro, desgraciadamente, todo apunta a un estancamiento y fortalecimiento en cada zona. Y es muy posible que suceda algo similar a lo que sucedió en Sudán del Sur, cuando obtuvo la independencia sufrió una guerra civil, entre 2013 y 2020, y es casi un estado fallido, pero el petróleo no deja de fluir hacia otros países ricos. Es posible, por tanto, que Sudán pueda dividirse en dos por segunda vez.
Para concluir, a uno le apetece recordar este poema del poeta egipcio, de padres sudaneses, Tarek Eltayeb: “El pecado / es pesar las cosas con una balanza ciega / quitando gente en el platillo derecho / y otra gente en el izquierdo (…) El pecado es /que piense que este cazador / es el dueño de la cosecha. / Y el pecado es / caminar detrás de él llevando a cuestas su botín; / y que dé mi sangre / como un rebaño de ovejas”.