JUAN Manuel de Prada es un buen escritor español. Presentó el 28 de abril en Bilbao su libro Mil ojos tiene la noche, 1.600 páginas escritas a mano sobre la ocupación nazi en Paris, con el telón de fondo de los españoles de la época (habló de Picasso y Marañón), el policía Pedro Urraca deteniendo rojos y nacionalistas vascos y catalanes, falangistas y exiliados que pululaban cerca y dentro de la incautada delegación Vasca de la Av. Marceau. El asunto me interesó y fui a dicha presentación. Fue el día del apagón. Se quejó de la poca asistencia. Comenzó así: ”Nací en Barakaldo y soy de familia maqueta. Muy pequeño me llevaron a Zamora. Mis padres suelen venir a Bilbao. Tienen buen recuerdo y disfrutan de la ciudad”. Hablando de su libro dijo que “El ‘palacete’ de la Av. Marceau, ese edificio que el gobierno ha entregado al PNV”. Comunica bien. Habló mucho y de todo. Comentó que trabaja fundamentalmente metiéndose en los archivos y que le gustaría escribir una biografía del ex alcalde de Bilbao y ministro de Franco, José Félix de Lequerica. Recomendó leer el Quijote.
En el turno de preguntas pedí la palabra y le dije que el gobierno español no había entregado nada al PNV que no fuera suyo, en todo caso se lo había devuelto y se trata de un edificio que llamamos Delegación y no peyorativamente “Palacete”. Y conté mi versión de los hechos. Se revolvió en la silla y me replicó aduciendo las tres sentencias que esgrimían tanto los franceses para entregárselo a Franco como los españoles franquistas. Le repliqué y me quejé de la actual argumentación del PP cuando en 1996 negociamos personalmente este asunto con el propio Aznar. “Dígame usted –le contesté– si en agosto de 1943, usted se hubiera presentado en el Tribunal del Sena, en plena ocupación alemana y con la Gestapo en la puerta, reclamando nada, tras el robo hecho por las autoridades franquistas con Urraca al frente. No puede aducir ese argumento como base de un expolio”. No le convencí, ni él a mí.
Esto me hace pensar que debemos ser más activos a la hora de sacar a la luz y narrar esos años silenciados y tan poco tratados en las continuas películas que hacen los directores y guionistas vascos sobre gigantes, brujas, enfermedades y cosas raras. Y es el gobierno vasco quien ha de dirigir que se rompa este silencio que permite la continua manipulación de la historia, siendo todo esto, además, un auténtico filón.
Rezola
George L. Steer, fue el corresponsal del periódico The Times en la guerra que se sufrió en Euzkadi en 1936. Gracias a él, el mundo conoció la barbarie del banco de pruebas, elegido por la Luftwaffe que fue la Villa de Gernika para los nazis de la Legión Cóndor. Escribió un libro El Arbol de Guernica, que Alberto Elosegi (Paul de Garat) tradujo del inglés y Ricardo Leizaola, el hermano del Lehendakari Leizaola, editó en Caracas siendo distribuido de manera clandestina en Euzkadi como ediciones Gudari de EGI. En él hay una alusión a Joseba Rezola, la personalidad jeltzale que sustituyó a Landaburu tras su fallecimiento en 1963 como vicepresidente del gobierno vasco en el exilio, Natural de Ordizia, fue secretario del GBB.
Tuve la inmensa suerte de conocerle y ser taladrado por sus poderosos ojos azules en su casa de la rue Sopite de Donibane Lohitzun, cuando le visité en 1970. Llevaba Rezola todas las relaciones del PNV con la DC europea e internacional y nos suministraba toneladas de información para mantener diariamente la radio Euzkadi clandestina. “Le creí a usted mayor y con una guitarra”, fue su saludo la primera vez que fui a visitarle. Su comentario tenía causa en que Alberto Elosegi firmaba como Pablo Romero y al irse a Londres y dejarme aquel encargo, me pasó el nombrecito de Ignacio Romero.
Era un hombre de acción. Steer lo describió así: “Joseba Rezola, el joven secretario general de la defensa de Aguirre, aburrido de la vida de oficina, tomó un fusil y se fue a Truende en traje de paisano a participar en el juego. Una vez allí, arengó a las milicias que quedaron muy impresionadas por su esbelta figura, anchas espaldas de deportista, sus ojos color azul claro, cabeza rapada y mentón prominente bajo un rostro alargado y expresivo. Su discurso fue áspero y breve. ”Ahora - dijo Rezola - ¡adelante y a por ellos!”. Y dicho esto, con su estampa un poco extraña para el lugar, vestido con pantalón de franela y chaqueta de lana, dirigió la marcha sobre la cima. Los vascos le siguieron ágilmente a saltos, equipados con los clásicos pantalones bombachos largos….”
The spirit and teh clay
En la calle Marqués del Puerto, 4 de Bilbao, el BBB tuvo años, parte de su sede. Un buen día de los setenta recibí a E. de Etxandia, un muy educado jelkide, de Algorta, que buscaba un libro concreto. Y me contó su historia. Le pedí, me la resumiera. Fue ésta:
“Joseba Rezola fue uno de los principales protagonistas –con nombre supuesto– de la novela The Spirit and the Clay, escrita en inglés por la irlandesa Shevawn Lynam y publicada en Estados Unidos y Canadá en el año 1954. En aquellos tiempos de dictadura recibía yo por conducto de un buen amigo residente en Estados Unidos, algunas de las revistas vascas publicadas en América del Sur, que venían bien escondidas entre otras revistas norteamericanas, y creo que fue en Euzko Deya donde leí que había aparecido The Spirit and the Clay. Me interesó y escribí a mi amigo, rogándole que si le era posible adquiriese un ejemplar de dicha obra y me la enviara. Tuve la suerte de que me llegase, a pesar de la intensa censura que entonces existía en correos. Comienza la novela con el final de nuestra guerra y la amarga situación, en que se encontraron nuestros gudaris, al conocer la inutilidad del Pacto firmado con el mando italiano. Según Miss Lynam, escribió la novela basándose en los relatos que le hizo el sacerdote exilado, que ella llama “Padre Zuloaga”.
Los principales protagonistas de la obra son, según los clasifica el editor, los siguientes: Elustondo, albañil y valeroso comandante de un supuesto batallón vasco. Arregi, joven e intrépido agente secreto. Urkijo, terrateniente y aristócrata. Juantorena (Rezola), abogado. Saldariaga, intelectual. Don Mateo, sacerdote vasco. Mendialdua, hermano de un sacerdote fusilado por los franquistas. Aunque la autora no lo especificaba, no hay duda sobre lo batallones a que pertenecían todos esos gudaris, que serían algunos de los 29 con que contó el Partido Nacionalista Vasco.
Son apasionantes las aventuras que escribe Miss Lynam de los citados abertzales. Sus estancias en diversas cárceles; sus actividades en la clandestinidad en Euzkadi y en Madrid; las evasiones de Elustondo y Urquijo, y la arriesgada fuga de Juantorena (Rezola) al llegar el tren en que era conducido desde Madrid, custodiado por una pareja de la Guardia Civil, a la estación de Donostia. Concluye la novela en los finales de la II Guerra Mundial, situando a los protagonistas en Euzkadi continental, mientras en Paris, la ONU celebraba una de sus primeras reuniones, y nuestros compatriotas dialogan sobre el próximo final de la guerra con la derrota de las potencias del llamado Eje y suponían que con ello, terminaría también la dictadura franquista. ¡Terrible desengaño el que llevarían aquellos incansables luchadores, como lo sufrimos todos los abertzales! Por eso mi principal objeto al escribirle estas líneas es recordar la existencia de esa interesante novela, por suponer que tal vez su publicación traducida del inglés, podría interesar a alguna empresa editora, pues no cabe duda que serían bastante numerosos sus posibles lectores y podría ser, además un homenaje póstumo, al ejemplar abertzale Joseba Rezola”.
Shevawm Lynam
Con el tiempo supe quién era la escritora. Nacida en Dublín, fue una novelista y periodista irlandesa especialista en español de la BBC y del Ministerio de Información durante la II Guerra Mundial. Como periodista había cubierto la guerra civil e incluso había trabajado como secretaria para varios artistas y escritores destacados como Alfred Hitchcock y John Betjeman. A fines de la década de 1940 escribió y presentó su propio programa de radio, Hitler and Yon, para la emisora nacional irlandesa. Vivió en París durante diez años, donde trabajó como editora de asuntos internacionales del Boletín de la OTAN trabajando asimismo para el Plan Marshall y la Unesco. Publicó una aclamada biografía del pionero en la defensa de los derechos de los animales del siglo XVIII, Richard Martin, siendo su obra más conocida la que me relató Echeandia en su visita a la oficina del Bizkai, El espíritu y la Arcilla, una historia coral vasca que un sacerdote en el exilio le contó a Lynam con historias reales donde resalta la acción y fuga de Joseba Rezola que tras salir de la cárcel en 1943, dirigió una célula de información del PNV aquellos años de esperanza junto a personalidades tales como Koldo Mitxelena, Pello Mari Irujo, Sabin Barrena y varios más.
Si el Gobierno Vasco tuviera una editora nacional, este libro debería ser traducido y editado y con el tiempo financiado a un buen guionista que podría preparar el argumento para una buena película. Son historias que desaparecen por nuestro desinterés con ellas. Y llama la atención que a una periodista irlandesa le interesara la acción clandestina de aquel grupo y a nosotros no. Una pena.
Concluyo. A Juan Manuel de Prada también le pregunté el porqué, centrando su libro en el edificio vasco de la Av. Marceau, no había mencionado que allí tenía su despacho el Lehendakari Agirre y que de allí había viajo a Le Panne a visitar a su familia, cuando quedó envuelto por la invasión alemana a Bélgica y de como se había producido su fuga rocambolesca vía Berlin. “Sí, conozco la historia –me contestó– pero mi libro empieza cuando los alemanes llegan a Paris”. Podía haberme dicho que no tenía el menor interés en destacar hechos históricos de envergadura que atañen al PNV y su épica. Pero ahí quedó la cosa. El defiende su idea de España. Y pronto escribirá sobre Lequerica. El problema no es ese, sino si nosotros hoy estamos a la altura de esa defensa de la historia que nos han silenciado. Y creo que no. El libro sobre Rezola y los suyos seguirá pendiente de que alguna alma caritativa le interese reeditarlo.
Decía Dulce Chacón que “somos hijos del silencio de nuestros padres y responsables de la ignorancia de nuestros hijos”. Y es verdad. La historia la siguen contando los vencedores.
Diputado y senador de EAJ-PNV (1985-2015)