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Maniqueísmo

En los tiempos que corren se ha empobrecido notablemente de la calidad del debate cultural, político, sociológico o del tipo que sea. Sólo existe el maniqueísmo más absoluto, el negro y el blanco, sin posibilidad alguna de escala de grises. Y directamente nos abstenemos de hablar de los demás colores que sí existen en la realidad que nos rodea.

Hubo un tiempo con debates reales de ideas en medios de comunicación, con verdaderos expertos. De ahí se pasó a debates permanentes, limitados, eso sí, a un aspecto milimétrico y noticiable de la actualidad, del que apenas nos acordaremos al día siguiente. Casi simultáneamente, irrumpen en escena las redes sociales, donde se ha puesto fin al debate de ideas frente a cientos de personas que se improvisan como periodistas, expertos en economía o especialistas en geopolítica y similares. Hoy prima, en medios como en redes, lo fácil, el concurso de a ver quién la dice más gorda y quien destaca más por ello obteniendo más clicks en redes sociales. El debate de propuestas ya no importa, ahora se trata de vencer en combate.

¡Qué raritos somos los seres humanos! Machacamos el lenguaje hasta erosionarlo, incluso hasta cambiar radicalmente el significado de algunos términos. Recuerdo que calificar a alguien de cabrón era algo extremadamente fuerte. Hoy son palabras tan erosionadas que, en la práctica, han perdido casi por completo su contundencia. E incluso, en según qué contextos, han pasado a ser incluso expresiones admirativas. El lenguaje, como todo en esta vida, evoluciona y cambia. No me extrañaría que algo parecido acabe pasando con las expresiones facha y su reactivo más reciente, woke, porque somos así de absurdos.

En esos encuentros –que ya no son debates sino altercados de verdulería– abundan los adjetivos descalificativos. Nótese que utilizo el adjetivo descalificativo, porque básicamente de eso se trata. No se trata de debatir ideas o estrategias en base a datos objetivos para llegar a una síntesis provechosa para todas y todos, sino descalificar, sin más, a toda divergencia.

La expresión facha empezó derivada del término fascista. El propio término fascista pasó de designar al partido de Mussolini a calificar a toda una serie de conductas consideradas reprobables en la derecha. Personalmente creo que el término woke ha sido aprovechado más recientemente para tener un descalificativo con el que responder desde la derecha al de facha, que es un bastante más antiguo. En origen el término woke (pasado del verbo despertar en inglés) se originó en la comunidad afroamericana de Estados Unidos como forma de referirse a todo el que se enfrenta o se mantiene alerta frente al racismo, sea de la raza que sea.​ Posteriormente, el término se extiende a otras realidades de desigualdad social, como la desigualdad de género y la negación de derechos a las personas LGBT+.​ Desde finales de la década de 2010, sectores de derecha empiezan, en varios países occidentales, a utilizar el término para referirse a políticas habitualmente propias de izquierda.

Recurrir a ambos términos, junto con otros descalificativos, está contribuyendo a la degradación final de lo poco que queda de debate real. Es necesario intentar no participar en ese juego. Hay que argumentar propuestas con los datos y argumentos objetivos sobre los que se sustenten. Sabemos lo que eso supone en este mundo maniqueo: se puede aceptar que se es malvado por proponer algo que se parece a lo que propone otra persona o corriente tildada de malvada por la contraria. O se intenta argumentar los méritos de la propuesta por su contenido y no por ser ésta atribuible a determinada orientación. En este último caso, los maniqueos sencillamente la descalificarán encajándola –con calzador si fuera necesario- en tal o cual corriente, haciendo harto poco caso de su contenido objetivo. Esta trampa lógica es la misma que se utilizaba en la caza de brujas: si la mujer se ahoga, es inocente; si flota, es una bruja y puede ser quemada. Pero bueno, lo importante es intentarlo, y no hacer amigos que, al final, tampoco lo serán realmente.

Activista de Derechos Humanos - @Krakenberger