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Mr. Trump y yo: Guía para ciudadanos desconcertados

He de advertir que las resonancias poéticas del título no tienen nada que ver con la posible similitud entre mi relación con el histriónico político americano y la emotiva amistad entre un famoso vate andaluz y su pollino Platero. Tampoco con una supuesta relación indirecta con el lenguaraz showman, ahora en funciones de presidente (a no ser que este artículo me cree problemas en mi siguiente viaje a USA, lo que no sería el primer caso).

Se trata de indicar con el título una realidad palmaria: a pesar de mi concienzuda dedicación para informarme y llegar a fundamentadas conclusiones de lo que debería corregir el propio Trump y las medidas que deberían tomar la Unión Europea, su presidenta Von der Leyen y el resto de líderes europeos, así como el presidente español y el líder de la oposición, veo altamente improbable que me consulten mi opinión. También entiendo que serían bastante improbables consultas similares de los líderes vascos o de los agentes empresariales del País, que parecen tener bastante claro lo que deben hacer.

Por lo que el trabajo realizado sólo puedo aprovecharlo para decidir lo que debo de hacer yo mismo… y, quizás tú, amigo lector, si tienes la amabilidad y la paciencia de terminar de leer este artículo.

Para empezar aclarándome de lo que puede ocurrir, observo una gran coincidencia en los análisis en una consecuencia (por otra parte, bastante obvia) de la decisión del presidente americano: las empresas que venden en el mercado USA van a tener problemas en sus ventas, lo que les llevará a perder parte de las mismas, reducir sus beneficios en dicho mercado y/o hacer esfuerzos para mejorar su productividad de forma que compense los costes añadidos para sus clientes allí. A la vez que tratan de compensar las pérdidas de facturación en USA con esfuerzos para mejorar su posición en el resto de mercados mundiales

Una mala notica añadida es que todas las empresas de todos los países del mundo que venden en USA van a hacer similares esfuerzos por atacar otros mercados y mejorar su competitividad, por lo que cabe espera que las empresas vascas en general se van a encontrar con una situación más difícil en sus mercados exteriores… y probablemente también en su mercado doméstico.

Qué puedo hacer yo para contribuir a esa mejora de la productividad de las empresas vascas que ayude a paliar la súbita desventaja derivada de los nuevos aranceles sería una primera obligación que, amigo lector, nos surge. Y, en ese sentido, bueno sería que veamos cómo mejorar la cooperación en el interior de las empresas (compartiendo la responsabilidad, pero también una cierta autoridad con sus gestores, así como compartiendo los sacrificios, pero también los beneficios con sus propietarios). Compartiendo, en definitiva, un propósito común en un marco de participación de todos los colectivos implicados en conseguir una mayor productividad de la empresa para su supervivencia.

Otra consecuencia que genera un consenso total es que las administraciones públicas van a tener que dedicar recursos para tratar de mantener el empleo (y a veces la propia supervivencia) de las empresas más afectadas. Lo que nos lleva a recordar que, tanto a nivel familiar como en las organizaciones que estamos, debemos comportarnos como contribuyentes éticamente responsables, pagando todos los impuestos sin fraudes ni artimañas legales, incluso solicitando la factura para pagar siempre el IVA, aún cuando pudiéramos ocultarlo. A fin de que las Administraciones públicas cuenten con recursos económicos suficientes para cumplir esa Misión.

Así como renunciar o, al menos, posponer demandas a la Admon. pública que pueden ser legítimas, pero poco solidarias para los que estamos en el colectivo de favorecidos por la diosa Fortuna (aunque no estemos en ninguna lista de Forbes de vascos ricos riquísimos).

Por otra parte, como sistemáticamente ocurre en tiempos de vacas flacas, crecerá el número de personas vulnerables que buscan auxilio en entidades sin ánimo de lucro que, con el inestimable e imprescindible apoyo de personas voluntarias, tratan de paliar las necesidades más urgentes de los colectivos más desfavorecidos. Esas entidades se encontrarán, sin embargo, con más problemas para obtener recursos públicos, por lo que me temo que tendremos que revisar al alza los donativos que tenemos comprometidos con dichas instituciones.

Y hacer nuestras compras de forma coherente con lo que decimos defender, esto es, priorizando bienes Km. 0, pero no sólo en productos de alimentación sino en todos los ámbitos del consumo o equipamiento familiar, aún cuando la comodidad y el precio de las ofertas de algunas multinacionales de la logística nos resulten tentadoras.

Sin descartar quizás tampoco la denuncia de conductas insolidarias o antisociales de individuos, organizaciones o grupos económicos y sociales que traten de aprovecharse de alguna manera ilegítima de la situación o que, teniendo muy bien organizada la defensa de sus intereses, la utilicen con desprecio del Bien Común. Pretendiendo, en ocasiones, que el carácter colectivo legitime algunas reivindicaciones egoístas.

Auto-recomendaciones todas ellas válidas para cualquier momento si queremos mantener una coherencia ética con los principios que decimos defender, pero que tienen si cabe más importancia ante un posible escenario de recesión y, en todo caso, de sufrimientos para los más desprotegidos.

Y termino con dos reflexiones de Arizmendiarrieta que pueden ser de interés recordar en horas bajas: “todos los tiempos son malos para los que se dejan avasallar por las circunstancias” y “lo que más difícilmente puede disculpársenos es la ausencia de un espíritu de superación”. Holan izan daiten.

Presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa