Iba a escribir que la paz es imposible, pero mis dedos no han querido poner esa palabra en el ordenador, la paz tiene que ser posible. Hace un tiempo –meses, años, días– la palabra más repetida era paz. El mundo entero quería paz, coherencia, entendimiento. Por eso, a lo largo de la historia se han hecho infinidad de tratados de paz.

Un paseo por el ultimo siglo nos cuenta que…

En 1919, las dos Alemanias acordaron las condiciones de paz al terminar la Primera Guerra Mundial, se llamó el Tratado de París. Años después se firmó el Tratado de Versalles, violado por la llegada del nazismo. En el Tratado de Nevilly-sur-Sine (Francia) se reconoció el estado de Yugoslavia. En el Tratado de Trianón, Hungría dio la independencia a Austria. El mapa de Europa cambia con nuevas naciones: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Yugoslavia, Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania…

Cuando se escribió la Constitución de Estados Unidos, al británico Lord Balfour no le pareció que todos los hombres eran iguales; se enfadó y dijo que no creía que un hombre de África Central fuera creado igual que un europeo. No se resolvió el problema de los nacionalismos y llegó la Segunda Guerra Mundial. Los judíos decidieron instalarse en Palestina y en 1948 se declaró el Estado de Israel. En este tiempo hubo cambios, se eliminaron los regímenes fascista y las monarquías se convirtieron en repúblicas en los países del Este europeo. El mundo se divide en dos grandes bloques: la URSS y EEUU. Europa no se recuperó económicamente hasta 1950 y tuvo que recibir ayuda americana.

A pesar de los numerosos tratados –sin éxito– el universo quería la paz. Pero la paz no llegó. Los deseos se fueron haciendo mas grandes y Alfred Nobel, que había sido fabricante de armamento, creó el Premio Nobel de la Paz. Quería olvidar su pasado, dejo su inmensa fortuna para los mejores escritores, y científicos y entre aquellos hombres que hayan trabajado mas o mejor a favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y para la celebración o promoción del proceso de paz. Este premio, por difícil, fue muy cuestionado. Añoro con nostalgia aquel año de 1994 en que el Nobel se repartió entre Yasser Arafat de Palestina y Shimon Peres e Isaac Rabin de Israel.

El año pasado fue para el japonés Nihon Hidamkio. También deseaba un mundo sin armas nucleares no deben utilizarse nunca, dijo.

La historia es un despropósito. La paz se pide con más armas, mas soldado jóvenes para que mueran. Pero el mundo sigue su carrera de armamento. En 2023, el gasto militar mundial superior a los 2,4 billones de dólares. España es el séptimo país en venta de armas. La guerra de Ucrania ha aumentado el gasto en armamento. El presidente de este país pide continuamente mas armas, pienso como Luther King que una nación que gasta mas dinero en presupuesto militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual. Ucrania ha aumentado en armamento un 51 % de su presupuesto, 60.762 millones.

Decía Napoleón que en la guerra, como en la paz, hay que verse las caras. Son los jóvenes los que mueren y son ellos los que se ven las caras muy de cerca. Hemos contemplado por TV la guerra en directo, hemos visto disparar a un chico que no conocen a tres metros; son los enemigos jóvenes, como ellos, de países distintos, reclutados en plena adolescencia. Ayer no les dio tiempo a odiar y hoy se convierten en asesinos sin serlo. Cuando matan por primera vez, no duermen. Después son capaces de, sin control y poner bombas en una guardería. Ya han perdido la inocencia de matar y, lo más triste es que ellos también son niños con un fusil que pesa más que ellos. Es desesperante el camino de guerra para llegar a la paz. La política, esa palabra donde entran las actuaciones anónimas de los países –no de los ciudadanos– ha intentado a lo largo de los años, terminar con las guerras ¿?. Hay muchos tratados que se han quedado en nada. La guerra es un negocio, si no hay guerra, hay que inventarla. ¿Qué harían las fabricas de armas, si dejan de vender?

La imaginación, como el amor, es un potro desbocado y, dentro de la cabeza de Donald Trump cabe una manada de caballos rebeldes. Cada día una nueva sorpresa. Hoy Ucrania, con sus tierras raras, está pisando el vacío sostenida por un hilo. El futuro lo decidirán EEUU y Rusia. Dos reinas en un ajedrez.

Cuando lea este artículo quizás haya cambiado todo. Hasta puede pasar que, el Times anuncie la aparición de un nuevo Coloso de Rodas en el mundo. Un coloso formado por el rey de EEUU, Donald Trump y el zar de todas las Rusias, Vladímir Putin.

Periodista y escritora