Dadas las fechas, toca la entrañable tradición de hacer un resumen del año que se va, tradición que me provoca la misma fobia que otras propias de la Navidad, pero que no voy a enumerar por si las preciso en el futuro. Verán: debo agrupar 2.600 caracteres para completar la página, pero mi resumen personal de 2024 se queda en “una mierda pinchada en un palo”. Treinta tristes caracteres con espacios pero sin comillas. Sí, podría ponerme barroco y cambiarlo por “un excremento atravesado por la digna rama de un olivo milenario de Jaén, levántate brava”. Pero es demasiado deshonesto y plagiario incluso para mí. Además, quien maquete la página tendría que cambiar la discreta ilustración habitual por un póster del Athletic. Me rindo.

¿Toca resumen? Sea. El hito más dramático de este año que se va fue la DANA salvaje que se llevó por delante más de doscientas personas en la Comunidad Valenciana, urgencia gestionada (un pour parler) por su president Carlos Mazón. A día de hoy la Fiscalía General de Valencia ha propuesto ya al Tribunal Superior de esa comunidad que se investiguen las posibles responsabilidades penales (y penosas y punibles, será por pes y enes) del susodicho.

Es verdad que las tesis de Murphy en cuanto a la capacidad de las situaciones malas para empeorar son rara vez discutibles, pero el comportamiento de Mazón durante la DANA hace dudar hasta de eso. De hecho, personalmente, Mazón me hace dudar hasta de Darwin: creo que en el caso del president de la Comunidad Valenciana supondría ofender a los simios con la comparación. Y maltratos animales, los justos excepto para exterminar cucarachas. Joder, si solo le faltó dejar el coche oficial cerrado en la salida de un parque de bomberos. En fin.

Repito: 2024 ha sido un año malnacido que vino de nalgas y se ha comportado con la alevosía y el ensañamiento de doce meses rencorosos porque no les gustaron los calendarios que les hicimos. Incluso parece haber repuntado la tan viril costumbre, entre garroteros lobotomizados (pero con denominación de origen, ojito) de repartir palizas brutales a gays, inmigrantes y en general a cualquiera que pertenezca al colectivo de “los otros” y arribaspañaporfín.

Para peor, ante este panorama tenemos a una clase política que suspende cum laude haciendo gala de una miseria moral que produce asco y espanto. Y si es malo que suspenda es aún peor que repita curso. Pero vuelvo a Darwin: respeto sus tesis, pero las uñas de los pies y las muelas del juicio siguen creciendo sin qué ni para qué. Y lo de los ojetes autolimpiables ni está ni se le espera. Listillo.