Pasas unos días de vacaciones y cuando vuelves casi tienes la sensación de haberte subido al Delorean con Marty McFly. Intentas volver poco a poco a la rutina informativa y ahí están, Felipe González, Alfonso Guerra, José María Aznar, Mariano Rajoy... Me he encontrado una entrevista televisiva con José Luis Corcuera. Hasta el PP ha vuelto a las manifestaciones, como en la época de Rodríguez Zapatero. No sabría decir si la política española es de la escuela del eterno retorno de Nietzsche o responde más a una gatopardista del cambio constante para que todo siga igual. El caso es que aquí estamos, ante otra sesión para la historia en el Congreso, en la que si las previsiones se cumplen –y no media algún episodio que emule el tamayazo– Alberto Núñez Feijóo protagonizará la gran paradoja de pronunciar su primer discurso como líder de la oposición en la Cámara Baja en su propia sesión de investidura. La cátedra andaba ayer dividida sobre el acierto táctico del líder popular a la hora de convocar la movilización de este pasado domingo. Hay quienes sugieren que esta fotografía de movilización en torno al PP puede abaratar una futura investidura de Pedro Sánchez; no diría yo tanto. Pero el acto del domingo ciertamente miraba más hacia la propia parroquia, –arrinconando a Vox– que hacia el resto. Los números son los que son. Primera votación, mañana.
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