Si es cierto, como se ha dicho, que Luján Argüelles ha tenido que elegir entre presentar Password, el concurso que le dio la fama en los inicios de Cuatro, o Brigada Tech, que es con lo que se ha quedado, el público del mítico Un, dos, tres le dedicaría un gigantesco “Ohhhhhhhhhh” con el que remarcaban las malas elecciones de los concursantes en la prueba final de la subasta. Y a continuación, Luján escucharía aquello de “Si coche, coche; si vaca, vaca; y si has elegido Brigada Tech pues apechuga, guapa” con tu 2,8% de audiencia, por debajo de toda la competencia, incluso de La 2, donde está condenado a acabar.
“No es un programa casposo”, se ha apresurado a decir en sus redes sociales la presentadora y productora ejecutiva del programa ante las malas críticas recibidas precisamente en redes. Y lo cierto es que si no es casposo, al menos se parece demasiado a aquellos sainetes que hacía Moreno entre actuación y actuación musical en Noche de fiesta con Pepa y Avelino hablando de sus decepciones en la cama, pero hablando de gatillazos tecnológicos. Aquí, tres Pepas (tres mujeres de avanzada edad) sobreactúan como en un teatrillo de barrio pero con un guion más propio de la Teledienda a cuenta de su desconocimiento de la vida digital mientras seis influencers (cinco hombres y una mujer, al menos han puesto una) les ayudan. Es decir, el viejo cuento de las pobrecitas mujeres ignorantes que no saben de algo y los hombres sabios que las aleccionan y las sacan del apuro. Televisión pública del siglo XXI.
Los influencers elegidos suman 15 millones de seguidores, según presumen en el programa, pero apenas han conseguido que 275.000 personas (menos del 2% de sus seguidores) vean el estreno del programa en La 1 de TVE, lo que significa que han batido récord en negativo siendo el peor estreno de la historia del canal y diría más, seguramente los pocos espectadores que ha tenido el programa ni siquiera sigue en redes y tal vez ni sepan quiénes son esos influencers que acompañan a Luján Argüelles. Queda demostrado una vez más que el efecto arrastre de los influencers es muy limitado y sus seguidores en vez de dar el salto a la tele para verlos se quedan en sus perfiles, donde ya verán el resumen de 10 segundos con sus intervenciones en el programa. Con eso les vale, porque el internet de consumo rápido ha conseguido que los 30 minutazos de Luján Argüelles se hagan largos hasta para la televisión. No ayuda tampoco esa gira con aire de sainete y teletienda con las Pepas y Avelinos en versión Tech por los teatros de media España para vestir de acontecimiento la visita de un programa (ya llega la tele, ya llegan los modernos) en un mundo, el de 2023, en el que los quince minutos de fama al que se aspiraba antaño si conseguías salir en la tele una vez en la vida son 24 horas diarias para quien lo desee solo con pulsar un botón en el móvil.
Brigada Tech va de vanguardia, de explicarnos el futuro tecnológico instalado ya en el presente que vivimos, y sin embargo parece anticuado, sobreactuado, hiperguionizado y hasta condescendiente con las mujeres que salen, cuyas protagonistas están más volcadas en imitar las personalidades de Las chicas de oro que en aportar su experiencia a un programa divulgativo que busca ayudar a los espectadores de su misma edad a superar la brecha digital. Y tres cuartos de lo mismo le ocurre a Luján Argüelles, que no encuentra el tono de un programa divulgativo que presenta como si estuviera rodeada de tróspidos a los que buscar un ligue para esa noche con la ayuda no ya de sus madres sino de sus abuelas.