inalmente llegó la fecha que muchos partidos políticos tenían marcada en rojo en Castilla y León. Los castellanos y leoneses acudían a las urnas para decidir el futuro de su comunidad. Unas elecciones que, a todas luces, iban a tener más eco a nivel estatal que autonómico. Ni qué decir que pocos partidos tienen motivos para estar contentos tras conocer el resultado del escrutinio.
Los resultados dan otro giro inesperado a las tendencias que se vislumbraron tras las elecciones madrileñas. El 13F no todo salió como algunos esperaban. Las consecuencias quizá no sean inmediatas, pero sí sumirá a los partidos en una especie de catarsis, y vigilarán más los pasos a dar en los próximos meses.
El PP buscaba un nuevo golpe de efecto y escribir una segunda parte de aquella victoria madrileña de Isabel Díaz Ayuso de hace casi un año. Pablo Casado quería demostrar, en su largo y duro camino hacia la Moncloa, que era el PP quien amarraba mayorías y no su candidata madrileña. Pero Alberto Fernández Mañueco no es Díaz Ayuso, al igual que tampoco lo son Pablo Casado y García Egea.
Nadie convoca elecciones para subir solo dos escaños, perder cerca de 60.000 votos respecto a su peor resultado histórico (sin amortizar nada la caída de Ciudadanos), retroceder ligeramente en porcentaje de voto y ganar in extremis por poco más de un punto en una Comunidad Autónoma donde históricamente arrasaban. El PP había convocado estas elecciones para gobernar en solitario y sin ataduras, y solo ha conseguido cambiar a Ciudadanos por Vox.
El PSOE, si bien pierde parte de su representación, no sale tan tocado como salió de las elecciones madrileñas. Ha acariciado volver a ser primera fuerza en una comunidad donde los conservadores llevan gobernando 35 años. Pedro Sánchez puede respirar tranquilo. Con toda probabilidad, seguiría siendo el más votado a nivel estatal. Y todo eso, tras dos años de gestión de la pandemia.
Vox, en cambio, continúa su escalada y sigue condicionando las políticas del PP. Tras el mazazo de Madrid donde quedó sin margen de maniobra, recupera influencia y frena su estancamiento. Si pasar de 1 solo escaño a 14 ya les da aire, poder influir en la política castellano y leonesa los aúpa a una posición muy favorable de cara al futuro.
Unidas Podemos y Ciudadanos, una vez más, acaban en la UCI que llevan visitando de manera asidua desde hace tiempo. Obtienen un único procurador cada uno, sin capacidad alguna de condicionar mayorías, y su margen de maniobra queda prácticamente anulado.
Quienes están de enhorabuena son algunas de las pequeñas plataformas provinciales, que han puesto sobre la mesa numerosas reivindicaciones que hasta ahora habían tenido un altavoz verdaderamente limitado. Pero el premio no se lo han llevado todas ellas. Solamente las que tenían un mínimo de bagaje y trabajo de años han visto recompensado el esfuerzo.
Por Ávila, una escisión del PP, mantiene su escaño y aumenta considerablemente en votos. Un mérito teniendo en cuenta que en Ávila la participación bajó unos 8 puntos. Unión del Pueblo Leonés duplica sus votos y pasa de 1 escaño a 3. Y Soria Ya irrumpe y arrasa con más de un 42% (supera el 50% en la capital) y obtiene 3 de los 5 escaños por su circunscripción. Es un hecho. Los ciudadanos valoran cada vez más positivamente la cercanía de los partidos locales, y se demuestra que el resultado de Teruel Existe en las últimas elecciones a Cortes Generales no fue un hecho aislado.
Pero esta ha sido una campaña atípica. En primer lugar, por el propio adelanto electoral; y en segundo lugar, porque se ha hablado muy poco de las necesidades de una Comunidad Autónoma como Castilla y León. Muchos partidos, no solamente el PP, lo han tomado como una especie de plebiscito de cara a unas generales. Se ha intentado enfocar desde un prisma estatal; pero tras conocerse el resultado del escrutinio, la cantidad de líderes estatales que aparecieron arropando a sus candidatos fue realmente escasa. ¿Dónde estaba Pablo Casado? ¿Y Pedro Sánchez? ¿Y Arrimadas? No se puede abandonar a tus candidatos a su suerte cuando las cosas van mal.
Donde probablemente tenga su consecuencia más directa el resultado electoral de ayer sea en el Palacio San Telmo de Sevilla. Ya lo dijo el presidente andaluz Moreno Bonilla: “El siguiente soy yo”. Visto lo visto, cualquiera en su lugar optaría por no adelantar las elecciones. Más teniendo en cuenta que la candidata de Vox a la Junta de Andalucía es la ya por todos conocida Macarena Olona, que probablemente pueda arrastrar algo más de voto que el candidato de la formación verde en Castilla y León.
Quien pensaba que el bipartidismo estaba de vuelta se equivocaba. Una vez más, el PP y el PSOE suman, en su conjunto, menos porcentaje de voto que nunca. Algunos se preguntarán por qué debemos preocuparnos de lo que acontece en zonas como Castilla y León o Madrid, si total lo de allí no afecta a Euskadi. También se equivocan. En una Europa cada vez más global, cualquier movimiento puede suponer un terremoto, que se expande desde el epicentro mediante réplicas. Y si no, que pregunten en Murcia. * Periodista