ueda de prensa del ministro Alberto Garzón para presentar un recetario de cocina. El tuit del Ministerio decía que “El libro contiene 40 recetas que buscan ser una herramienta para combatir el sobrepeso y la desigualdad”. De los pucheros a la redención saludable y social. Un comunista como él, que detesta la libertad y cree que tiene la potestad de entrar en la vida de la gente, no podía perder la oportunidad para crear su propia ideología culinaria. Chips de kale, guacamole con palitos de zanahoria, humus de remolacha con crudités o poke de pollo estilo Harvard. Que un ministro se dedique a esto, que ya no lo hacen ni los concejales de cabecera de comarca, es muy significativo de hasta qué punto es ocioso su desempeño. De la subida de la luz, ni una palabra.
Su compañero de mesa (ministerial) José Luis Escrivá, el de Seguridad Social, se defendía como podía de la acusación de querer reducir las pensiones cambiando el periodo de cálculo, algo que figura en el acuerdo entre España y la Comisión Europea para el acceso a los fondos de recuperación. Decía que era “una serpiente de verano”, avanzado el otoño, y que el problema del malentendido era que se tuvo que hacer un resumen dentro de un cuadradito en una ficha de un proyecto que fue remitido a Bruselas. La culpa era, pues, del escueto formato, de la constricción de espacio para explicar tal cosa. El Gobierno ha hecho de la mentira su religión, y Escrivá no iba a ser menos devoto. El sistema de pensiones es insolvente, y nadie quiere decirlo. Toda la ambición política de los sucesivos gobiernos con este asunto consiste en ir ganando unos años, y el que venga después arreará. Pero lo de echar la culpa a la sección de una tabla, de verdad, es algo que nunca antes se había visto.
Peregrinación de presidentes autonómicos a la Cumbre del Clima de Glasgow, como antes se peregrinaba a los santuarios del orbe. Allá que se fue María Chivite, a por una foto y un ratito de emoción pensando que se podría encontrar con Greta en algún pasillo. Los mensajes ya aburren: “vivimos una emergencia”, “no queda tiempo”, “no hay plan B para el planeta”. Líbrese nadie de decir que son patrañas, que hasta YouTube censura los mensajes que nieguen el cambio climático. En occidente nunca hemos sido tan limpios, tan recicladores y tan contenidos en las emisiones contaminantes que se mandan a la atmósfera, y eso de que el clima está cambiando no hay estadística que lo soporte, simplemente porque no disponemos de datos suficientes como para constatarlo científicamente. Pero lo de la ofrenda al pensamiento común en la ciudad británica granjea la unción que cualquier político ansía para revestirse de competencia medioambiental. Ninguno irá a China o India a contarles que el problema son ellos.
Otro que peregrinó esta semana fue Pablo Casado, a ver el volcán. Poco más hay que hacer en La Palma, esperando que la erupción pare y a ver cómo se reconstruye la zona. Pero por visitas de la oficialidad, que no quede. Ha estado el presidente del PP toda la semana evitando comparecencias públicas para que no le preguntaran por lo del pollo de Madrid. Tuvo que decir algo en la isla: “No puedo opinar sobre procesos electorales del partido. En el congreso se presentará quien quiera, ganará quien decidan los militantes y tendrán todo el apoyo de la dirección general, como siempre”. Recordaba a nuestro Esparza, abriendo “la reflexión sobre el futuro de Navarra Suma”, pero “yo no participaré en ella porque soy el presidente”. Como si Casado no fuera el origen mismo de lo que aterra a tantos militantes de su partido, la intervención desde Génova en la más pujante de sus organizaciones.
Otro cariacontecido es Odón Elorza, al que le ha entrado un ataque de dignidad y decidió no votar la plancha de candidatos que su partido, junto al PP y UP, pactaron. No le gustaba uno de ellos, y no lo ocultó. Odón vegeta en el Congreso, donde pisa alfombra con sus náuticos y luce pashmina para que no olvidemos que es muy donostiarra. No se le recuerda intervención o participación legislativa digna de tanta donosura, pero de vez en cuando sale con este tipo de actitudes mayestáticas. Que nadie piense que es un desafío a su partido: al contrario, es lo que le garantiza repetir en la lista, porque su escudo de supervivencia es precisamente una dosis homeopática de disidencia.
Y mientras todos estos personajes tienen sus momentos estelares, llega el tiempo de constatar que en 2021, el año triunfal de la recuperación, el PIB de España habrá crecido menos que la inflación. Dato.