Enfilando ya la recta final festiva, es un día tan bueno como cualquier otro para ir haciendo balance. Si saliste de casa para recibir a Celedón y de pronto te encontraste en el concierto de Fermin Muguruza, mis respetos... y va siendo hora de pasar por boxes: una ducha es conveniente y una siesta, necesaria. El ibuprofeno hace milagros pero no tantos. Importante: ¿has alcanzado ya el umbral máximo de accesorios festivos? Si a estas alturas acumulas tres collares, un par de coronas luminosas que ya no se encienden, tres gafas de sol que no protegen del sol pero que podrás reciclar en Carnaval –la cuarta la perdiste en algún punto entre el concierto de Rozalén y una barra de Kutxi–, un par de abanicos y tres sombreros –uno de ellos que te transmuta en pikachu y te hace sudar como un pollo dando vueltas en el horno– y una pistola de agua, quizá haya llegado el momento de dar por completado su outfit festivo. Otra cuestión, la dieta severa a base de bokata de lomoqueso y/o tortilla de patata es suculenta y tentadora, pero no variada. Y no, la anchoa o el boquerón de la gilda del vermú no puntúa como ración de pescado. Y ante la ola de calor, recuerda: el katxi de kalimotxo o la ronda de txupitos de brebaje rosa que saca tu colega de madrugada no cuentan como hidratación.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
