e considera que Claire Marie Hodges fue la primera mujer guardabosques. Allá por 1918, empezó a realizar esta profesión en el Parque Nacional de Yosemite en Estados Unidos. Probablemente, el inicio de su andadura, se produjo más por una cuestión de necesidad, que de conciencia social. La I Guerra Mundial había generado muchas bajas masculinas, lo que facilitó el acceso de la mujer a determinadas profesiones que tradicionalmente no estaban destinadas a ellas.
Hodges tuvo que soportar la incomprensión de la ciudadanía, que no entendía qué hacía una mujer en un trabajo que se realiza la mayor parte del tiempo en solitario, en plena naturaleza, en zonas alejadas o aisladas, o enfrentándose a situaciones que requieren de un gran esfuerzo físico. Pese a que 1918 queda bastante lejos, este tipo de recriminaciones no les son ajenas a Arantza, Marta, Maru, Sonia, Belén y Elena. Ellas son las 6 mujeres que hoy en día realizan trabajos de guardas forestales en Álava, en Ayala, Legutio, Vitoria Oeste, Ribera Alta-Salinas de Añana-Valdegovía, Zigoitia y Trebiño, respectivamente. Reconocen que su presencia está normalizada para la gran mayoría de la gente y que son más quienes aplauden su desempeño que quienes lo cuestionan.
Las 6 son una minoría dentro de un colectivo masculinizado. Basta con echar un vistazo, por ejemplo, a las cifras que presenta la Diputación Foral de Álava. Divididas en 2 servicios: Montes (este, oeste, centro y caza y pesca) y Patrimonio Natural, son 37 personas las que trabajan como guardas forestales y solo cuatro son mujeres. Además, les afecta la alta interinidad de este colectivo, casi del 30%. En la plantilla del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz tan solo hay una mujer y en Trebiño, dependiendo de la Junta de Castilla y León, otra.
El centro de trabajo de en esta profesión pocas veces tiene pared y techo. Su jornada transcurre en espacios abiertos, entre montañas y bosques y sus compañeros, casi la mayor parte del tiempo, son el viento, el sol, las plantas y los árboles. Su trabajo implica lidiar con el frío, la lluvia y la nieve del invierno y las jornadas de calor y bochorno en verano. Compartir una mañana con Arantza, Maru, Marta, Sonia y Belén, escuchando sus vivencias y experiencias, sirve para darse cuenta, y ellas lo verbalizan, que esta es una profesión que te tiene que gustar que, si no vocacional, implica "haber mamado monte", un respeto por la naturaleza y un disfrute en ella porque "es un trabajo en el que se pasa mucho tiempo sola". Tanto, que es rara la vez que se juntan para compartir experiencias y dudas. Por eso, reunir a 5 de ellas para hablar de su día a día, es de agradecer.
Conocer palmo a palmo las hectáreas en las que desempeñan su labor, saber lo que el monte necesita, conocer cada curva en el camino, lo que pasa en cada rincón de su área de trabajo, cada árbol de esos bosques y también los animales que los habitan, y ayudar a las personas con las que les toca relacionarse en su desempeño, resulta fundamental, pero describir cómo es una jornada de trabajo en la vida de una guarda forestal no fácil porque no hay dos días iguales. Es distinto el trabajo que realizan en verano, que el que hacen en invierno; en función de la zona en la que estén destinadas habrá mayor tramitación de permisos, o más control de trabajos forestales.
En un momento en el que las políticas de conservación tienen tanta importancia, las labores de las guardas forestales es amplia y diversa: repoblaciones, aprovechamientos forestales que se realizan bajo su supervisión, señalización del monte, trabajo silvícolas, cortas particulares, quemas de restos agrícolas y forestales, educación ambiental e, incluso, labores de protección civil. Además, ponen en marcha actuaciones para mejorar el entorno natural: "que las zonas recreativas estén en condiciones, mejoras accesos y velar porque el disfrute de la naturaleza no choque con el aprovechamiento de la misma por parte de otras personas", explican.
Ayudas para tramitaciones
Pese a que hay gente que les ve como una figura represiva, lo cierto es que ese prejuicio tiene cada vez menos importancia. "Mucha gente nos ve como figuras que estamos para ayudar, sobre todo cuando hay que tramitar permisos que necesitan", explican. Las actas previas de evaluación del impacto ambiental en aprovechamientos forestales, la revisión de ayudas, la tramitación de diligencias para roturos, canteras, aprovechamientos maderables, suertes foguerales y el aprovechamiento cinegético, entre otras cosas, es parte de su trabajo y mantener una relación estrecha con las personas del entorno, facilita las cosas.
"Muchas veces les avisamos de trámites, les facilitamos el hacerlos e, incluso, les resolvemos dudas que no nos competen porque recurren a ti por ser una figura cercana", señalan. Porque si algo tienen claro ellas es que, pese a ser un trabajo en el que estás mucho tiempo sola, la psicología y la mano izquierda, hay que llevarla de serie. Avisan, dialogan, aconsejan y se esfuerzan por mantener buenas relaciones con las personas que , directa o indirectamente, mantienen algún vínculo con el medio natural de su zona. "Hay gente para todo, como en todos los lados y, aunque hay personas que por ser mujer tienen recelo de lo que haces, para ver si lo habrás hecho bien o no, lo cierto es que con el tiempo, no hay problema, ya se han hecho y los problemas son menos", manifiestan sin esconder que "tampoco todo es de color de rosa y tiranteces también hay, pero hay que lidiar con ellas".
Subidas en sus todoterrenos, con las botas cubiertas de barro, Arantza, Sonia, Marta, Belén y Maru recogen las múltiples herramientas que usan en su labor diaria y recuerdan, las que lo hicieron, cuando estudiaban su FP2 de técnico especialista forestal en Murgia, y evaluan todo lo que les ha tocado aprender para poder realizar su trabajo, una formación que casi siempre ha venido de los/as compañeros. Mientras, saludan a los pocos paisanos con los que se cruzan y siguen su jornada
En la Diputación Foral de Álava de las 37 personas que trabajan como guardas forestales, 4 son mujeres
Educación ambiental, repoblaciones, aprovechamientos forestales, subvenciones y labores de protección son algunas de sus labores