Pues no lo escuches
Volverá a suceder. Ya pasó en Euskadi. Ahora toca en Navarra. Alguien, que jura por Snoopy que no quiere censurar ni señalar ni criticar, hace, sin tampoco explicitar muy bien los criterios de selección, una lista de canciones que considera que podrían ser malas para las prístinas cabecitas de los jóvenes y no tanto, y la suelta sin contextualizar letras, grupos, contextos y momentos. Dice, eso sí, que lo que quiere es abrir un debate social y en los centros educativos para aprender a distinguir lo bueno y lo malo. Y lo hace, por cierto, desde una administración pública, sin tampoco aclarar muy bien qué considera bueno y qué considera malo, aunque ya con la selección realizada deja claro por dónde va y por dónde no quiere ir. Por supuesto, siempre hay quien saca esto de madre, cita a la Inquisición, se rasga las vestiduras e intenta usar la cuestión desde un punto de vista político, máxime en un curso electoral, que hay seres humanos en las instituciones y en los medios que olfatean una urna a kilómetros de distancia. De lo que no se dan cuenta ni unos ni otros es de que, por el camino, entre todos se han cargado la formación cultural -que tampoco era una maravilla antes- de la enseñanza reglada y de que las ficciones son eso y como tal tienen que ser tratadas.