Pues otro más para la lista, la lista de cargos electos que identificamos con etiquetas que rondan eso de la ultraderecha y el populismo ultra con envoltorio de nueva hornada y, en el fondo, lo mismo de siempre, que mal que nos pese está casi todo inventado. Este quizá sea el problema, que todo está inventado y, por tanto, no deja de sorprender y entristecer -al menos a la que suscribe- la habilidad del ser humano para perseverar en el error y tropezar infinitas veces en la exactamente la misma piedra; con distinto lazo, pero la misma piedra. Lo fácil sería señalar a los Bolsonaro de turno, que hay que hacerlo. Pero Bolsonaro no sería presidente de Brasil si millones de personas no le hubieran votado, que de vez en cuando parece que se nos olvidan estos pequeños detallitos, así que asumamos nuestra parte de responsabilidad en estos fenómenos. En los últimos tiempos andamos sobrados de nombres en esa lista de electos -y de aspirantes a serlo- de la que hablaba. Echen un vistazo rápido, no hace falta salir del continente, no hace falta irse muy lejos. Y así anda la democracia, me temo, hecha un guiñapo de tan manoseada y esquilmada, en buena medida por quienes deberían protegerla con militancia y convicción, por ejemplo esos que se dedican a la cosa pública y a representar a la ciudadanía.
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