La política es así, va por rachas y ahora toca reuniones. Están las lógicas del calendario, las clásicas rondas presupuestarias que encabezan los distintos gobiernos. Tenemos reuniones en Catalunya, la minicumbre en Waterloo de ayer entre Carles Puigdemont y Quim Torra que sirvió para anunciar la activación el próximo día 30 del Consell de la República. Tenemos reuniones que no sabemos muy bien a qué ámbito adscribir, como la ronda abierta por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que parece beber de la fuente presupuestaria pero abarca el ámbito del conflicto Estado-Catalunya, salpicada con la visita a La Naval, que vuelve nuevamente a lo presupuestario... Teniendo en cuenta cómo han funcionado las cosas cuando nadie se reúne con nadie y todos guardan inalterables sus esencias, será positivo que el personal se reúna. Será mejor cuanto más plurales sean los contactos y más responsables y generosos sean los actores con lo que de ellos espera la ciudadanía, sean sus votantes o no. Hasta aquí el optimismo. Quedan poco más de tres semanas para que se inicie la campaña andaluza. Y si muchas de estas reuniones tienen ya un marchamo electoral obvio, no les cuento cómo va a andar el panorama cuando empiece el maratón de elecciones. Abrochémonos el cinturón y pongamos el respaldo en posición vertical.