No me cabe ninguna duda de que las políticas de movilidad fueron antaño rasgo distintivo de Gasteiz y de sus orgullosos vecinos. Las peatonalizaciones en el centro, principalmente en El Ensanche y en el Casco Viejo, los cambios en el entramado del transporte público y la ordenación de la ciudad para permitir respirar al peatón fueron determinantes para contribuir a dotar a ésta de un nivel de vida envidiable y exportable a todo aquél que quiera observar cómo se tienen que hacer las cosas al respecto. Dicho lo cual, ahora toca ejercer de Pepito Grillo para recordar a las instituciones lo mucho que queda todavía por hacer. Por ejemplo, en la planificación global de los espacios destinados a servicios públicos, muchas veces creados sin ningún tipo de infraestructura para dar servicio a los usuarios que requieren de vehículos privados en su camino hacia hospitales o centros de salud; la mejora sustancial de la gestión de los aparcamientos subterráneos, muchos de ellos en desuso; el traslado efectivo de las líneas de autobuses o tranvía hasta los polígonos industriales; o la conexión entre las diferentes cuadrillas y Gasteiz, que obligan a muchos alaveses a presentarse con sus coches en la ciudad por la insuficiencia del transporte público. Cosas por hacer hay. Ahora sólo hace falta trabajar en ellas.
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