otro alto cargo bajo sospecha por haber falsificado, todo o en parte, su currículum. Esto es ya como el doping en el ciclismo, una plaga que amenaza con la fiabilidad de los ciclistas, en este caso la de los políticos. Ahora bien, importa poco, por lo que a mí respecta, si el master de la ministra Carmen Montón es verdadero, alterado o falso, o el de Casado o el de Cifuentes o los próximos que salgan a la luz. Más relevante es que los tres títulos procedan de la misma Universidad Rey Juan Carlos, un centro que cuenta con 45.500 estudiantes en sus diferentes carreras que ahora se ven salpicados por estos escándalos. Desprestigio creciente, tanto para los directamente implicados como para el resto. La mancha de aceite puede ir extendiéndose al resto de universidades, y eso es, en mi opinión, lo más grave del asunto este de los másteres. La dimisión de Montón quizá salve el pellejo de su mentor Pedro Sánchez, pero no despejará el futuro de la Universidad Rey Juan Carlos ni el de sus alumnos. Pedro González-Trevijano, el que fuera rector durante la expedición de estos títulos amañados, es ahora un alto magistrado del Tribunal Constitucional. Insisto, quizá lo de menos que se vaya Carmen Montón aunque tampoco es baladí. Al menos, algunos ya dimiten...
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