Fue un espectáculo sin parangón. En apenas unos segundos, el personal se arremolinó y empezó a disfrutar de la escena. Móvil en mano, retrató hasta los aspectos más nimios, incluso posando para la posteridad. La ocasión lo requería, o al menos eso parecía. En medio de una calle cortada por efectivos de la Policía Local de Vitoria, un camión de Bomberos equipado con una escala kilométrica trataba de acceder al último piso de una mole recubierta de material amarmolado en la que, por aquello de la presión inmobiliaria o del azar natural, un nido de avispas asiáticas había decidido disfrutar por la jeró de un rinconcito con unas vistas inigualables en la capital alavesa y, además, exento del pago del IBI. Entre chanzas y risas, la concurrencia echó un rato muy agradable hasta que fue consciente de que la comunidad desalojada no acostumbra a tomarse a la ligera las amenazas. El día de autos, varios de los vecinos desahuciados, grandes como gorriones, llegaron a revolotear de muy mala gana entre el gentío, que aún disfrutaba risueño con el espectáculo ofrecido por los servidores públicos. A veces, los humanos son capaces de protagonizar circunstancias que animan a pensar sobre qué especie del reino animal es la capacitada para reflexionar.
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