una amiga mía venía de viaje y a su hijo no le daba tiempo a llegar a presenciar el partido que el Alavés jugaba en Mendizorroza contra el Espanyol. Se puso a verlo en diferido en su casa y apagó la tele poco después del descanso, decepcionado por el segundo gol del Espanyol. “Vuelve a encender, que igual hay alguna sorpresa”, le espetó su madre, que ya era consciente de la carambola que se había producido inmediatamente después. En efecto, del cabreo a la ilusión en apenas un par de minutos. A veces las cosas son así de fáciles. Y me acordé del debut de Abelardo como técnico albiazul allá por diciembre del año pasado en Montilivi. A muchos nos dieron también ganas de apagar la televisión cuando Juanpe marcaba el 2-0 con menos de media hora en el reloj. El Girona iba a aplastar al Alavés y ya ni siquiera los continuados cambios de entrenadores le iban a salvar de precipitarse a Segunda División. Y entonces, tan inesperadamente como el otro día ante el Espanyol, el equipo se encomendó a la heroica hasta remontar un partido imposible y acabar imponiéndose por 2-3. Fue el comienzo de una trayectoria sobresaliente, diametralmente opuesta al pésimo comienzo. El domingo también se reaccionó con rabia hasta sumar la primera victoria de Abelardo. ¿Déjà vu? Ojalá.