Mientras esperamos a que nuestro querido bar del cortado mañanero vuelva a abrir sus puertas tras las vacaciones, nuestro amado escanciador de bebidas varias ya nos ha mandado un whatsapp a los clientes habituales -hasta los viejillos andan locos con los móviles- advirtiendo que esta vuelta a las costumbres diarias va a tener un cambio fundamental este curso. Nos ha avisado de que el lunes, como máximo, sólo nos dejará estar a cada uno en el local media hora, siempre y cuando vengamos acompañados de un adulto (no se especifica si responsable o no). El martes, una hora. El miércoles ya podremos mandar al acompañante a hacer puñetas y se abrirá el abanico a horario de mañana o de tarde, según las preferencias. Pero que en ningún caso hasta iniciado septiembre se nos ocurra volver a la normalidad porque el regreso tiene que ser escalonado para evitarnos traumas y lloros al abandonar el refugio vacacional de nuestras familias. Sospechamos que este periodo de adaptación impuesto tiene más que ver con su necesidad de no soportarnos a todos el primer día y con las pocas ganas de currar que tiene. Pero no nos queda otra que aceptar sus condiciones porque al parecer son buenas para nuestro desarrollo como seres sociales.