Se asoma ya a la vuelta de la esquina el inicio del curso político. Quizá suena raro hablar de inicio, teniendo en cuenta los meses sin descanso que nos preceden, que casi podrían ser años si marcamos, por poner algún punto de partida, aquellas generales de diciembre de 2015 que tuvieron versión 2.0 en junio de 2016. La vuelta al cole en Madrid tiene uno de sus puntos de interés en La Moncloa. El Gobierno de Pedro Sánchez ha desplegado en estos primeros meses de andadura una colección de gestos con los que parece haber querido marcar el perfil de su mandato: la primera acogida del Aquarius, las reuniones de Sánchez con Quim Torra en Moncloa -fuente incluida- y de la Comisión Bilateral Estado-Generalitat, anuncios referidos a la política fiscal y, cómo no, la exhumación de Franco. No se trata de quitar trascendencia a estos movimientos, pero algunos de ellos han quedado sobrepasados por otros -como la devolución en caliente de 116 migrantes que saltaron la valla de Ceuta- y otros requieren aún de mucho trabajo para dotarlos de peso real, caso de Catalunya por ejemplo. Y al Gobierno le viene por delante un tramo final de año en el que debería aprobar los Presupuestos de 2019, auténtica prueba de fuego en un Congreso en el que ostenta sólo 84 diputados y cuyo contenido medirá, sí, en gran medida el perfil de este Ejecutivo.