Seguro que hay que hacerlo. No me entienda mal. Pero es evidente que con las campañas pre-festivas, las concentraciones, la repetición de eslóganes, los llamamientos institucionales... no es suficiente. Es hora ya de darse cuenta de que la violencia contra las mujeres es un mal extendido dentro de la sociedad, más allá de situaciones sociales, sectores de edad, nacionalidades o lo que se quiera de quienes la ejercen y de quienes la sufren. Cada nuevo caso es una demostración más de que no estamos sabiendo ni actuar, ni prevenir, ni educar, ni abordar una situación que requiere mucho más que gestos, por mediáticos y necesarios que estos sean en un momento dado. Desde el ámbito más cercano, íntimo, hasta los niveles más generales, políticos y públicos, esta situación no puede esperar más, sabiendo que para muchas mujeres cualquier paso efectivo que se dé ya, llega muy tarde. En lo que llevamos de este mes de agosto, las páginas de este periódico que tiene entre las manos, se han llenado, por desgracia, de noticias que hablan de violaciones, agresiones, intimidaciones... sin salir de Álava. Y tomar cada caso como un número más dentro de una estadística terrible es otro error. Las frías cifras no sirven para relatar la verdad de lo que estamos viviendo.