La noticia seguramente está pasando más desapercibida de lo que debiera, en este verano que está lejos de aquellos veranos plácidos e inanes que alimentaban a los medios de comunicación con las clásicas sierpes caniculares y algún que otro sobresalto. Pero ese tiempo ya pasó. Y la noticia ayer del fin oficial del rescate financiero a Grecia, comunicada de manera solemne por el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), queda ahí, en un segundo plano. Parece que hace un siglo, pero han ocurrido muchas cosas en Grecia y no hace tanto, ocho años larguísimos para los griegos que han pagado con mucho sacrificio el camino para llegar hasta este comunicado del MEDE, que tampoco significa recuperarlo todo. Conocimos la plaza Sintagma a golpe de manifestación y disturbios, fue en Grecia donde se empezó a hablar con seriedad de abandonar el euro, fue en Grecia donde aparecieron aquellos hombres de negro que luego se multiplicaron, donde descubrimos qué era eso del rescate económico, y se sucedieron los recortes públicos, de servicios y de derechos, la austeridad, el austericidio, el ascenso de la ultraderecha, el hundimiento de los partidos tradicionales, el triunfo de Syriza, nombres como Tsipras o Varoufakis. Ocho años tremendos.