Casi recuerdo con nostalgia aquel clip de ojos saltones que te ofrecía su ayuda en Microsoft. Creo que nunca me sirvió de mucho, pero al menos era simpático. Era la época en que ponías el salvapantallas de estrellas y recorrías la galaxia a la velocidad de la luz, o aquellas tuberías infinitas... Ahora el ordenador es la pera limonera, con nube y conexión al móvil y a todo lo conectable... y además ha descubierto nuevas formas de torturarte. Porque el fatal error o el jodido relojito de arena infinito que acababa en bloqueo y terminaba con el clásico reinicia ya no bastan. Ahora el ordenador te regala con salvapantallas que él mismo, que es muy listo, va cambiando casi a diario. Y llegas a trabajar en agosto -porque él sabe que es agosto y que estás trabajando, lo sabe todo- y arrancas el ordenador con el calendario de papel al lado -porque en el fondo, por mucho cacharro tecnológico que manejes no eres más que un ser analógico- y te encuentras con una playa recóndita de aguas azules, o con un lago en una soleada pradera verde, o con unas idílicas montañas o en plena ola de calor, con una imagen submarina de un buceador en un arrecife de coral. Un sádico, riéndose de ti. Kubrick se quedó muy corto con HAL. Si esto no es la rebelión de las máquinas...