Igual tiene que ver que a uno le pariesen en medio de la Cuchi en los años 70, pero siempre he sido mucho de bares. El primero al que empecé a ir de manera regular, cuando casi no me salía pelo por la cara y tenía de sobra en la cabeza (no como ahora), fue el Aldapa. Era el lugar de quedada todos los sábados. Nos íbamos a las mesas del fondo, antes de la reforma, nos pedíamos unas Keler y nos fumábamos nuestros primeros cigarros mientras la música sonaba. Sabíamos, eso sí, que después de fiestas tocaba cerrar ya hasta septiembre, que el local se tomaba sus vacaciones y aprovechaba para pegarle un remozado al espacio. Nos echábamos unas risas. Empezábamos a dar los primeros pasos por la vida de la calle y cada fin de semana volvíamos, aunque en época vacacional casi nos daban permiso de residencia, porque al otro lado de la barra, siempre se nos recibía con los brazos abiertos. Incluso a veces dejábamos nuestro lugar del fondo para ver la tele, alguna etapa del Tour o algo por el estilo. Con los años, cambiaron los hábitos y otras cosas, pero siempre encontrando tiempo para volver, aunque el carajillo de ron con nata haya sustituido, en mi caso, a la cerveza. Joseba, gracias por tantos momentos.