salvini tiene razón en un par de cosas, lo cual le hace extremadamente peligroso. Tiene razón en que Italia, y antes Grecia, se han visto forzadas a asumir la cuestión migratoria por imperativo geográfico mientras los demás se lavaban las manos y ponían cara de preocupación. Las costas italianas son también la frontera sur de Dinamarca, de Alemania o de Francia. Tiene razón además en que las mafias se sirven del trabajo de las ONG que operan en el Mediterráneo para mantener su negocio esclavista a pleno rendimiento. Y hasta ahí. Quienes se juegan el pellejo salvando a la gente saben mejor que nadie que su labor no va más allá de lo paliativo, que no ataca a la raíz del problema, pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Dejar que se ahoguen en el mar 50, 100, 500 o 1.000 personas más sin hacer nada, hasta que los traficantes renuncien a las rutas que abrió la OTAN cuando destruyó Libia? Mientras en Europa se alientan el miedo y el odio hacia gente inocente y desesperada, nadie persigue ni señala a los parásitos que obtienen lucro de la guerra, de la miseria y de la desigualdad, pero por encima de todos esos criminales que están llenando el Mediterráneo de cadáveres hay alguien que a su vez les parasita a ellos y a sus víctimas para obtener un beneficio. El propio Salvini.
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