la noticia de los últimos días, Mundial aparte, es el dramático rescate que se está intentando llevar a cabo en Tailandia. Una docena de chavales de entre 11 y 16 años de edad se van de excursión con un monitor de 25 y se quedan atrapados en una cueva por las fuertes y repentinas lluvias caídas hace ya la friolera de dieciocho días. Nueve días desaparecidos y prácticamente dados por ahogados antes de que se produjera el primer milagro de esta historia y se averiguara su lúgubre paradero. A partir de ahí se han sucedido los preparativos de la evacuación, complicadísima por la orografía y agravada aún más porque los niños no saben nadar. Ayer empezaron a sacar a los chavales, me imagino que ciegos y traumatizados, pero al parecer en buen estado de salud. Y una vez que empieza a remitir la angustia empieza el debate preferido de la mayoría, ya saben, el de averiguar y decidir quién tiene la culpa de lo que pasa. Que si el monitor fue un inconsciente por adentrarse en la cueva con una docena de críos, que si tenía que haber previsto la lluvia, que si tenían que haber salido antes de que se anegara el camino de retorno... 12 niños sanos y salvos después de 17 días en una tétrica cueva... Qué quieren que les diga, si puedo escoger, yo quiero a ese monitor de responsable en las excursiones de mis hijos.
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