El otro día escuchaba a alguien en la radio, a cuenta de un tuit del Athletic apoyando la cadena humana del pasado domingo de Gure Esku Dago, sostener que es de sobra conocido que los clubes de fútbol representan también determinadas ideas políticas. El argumento recorrió por supuesto al F.C. Barcelona y al Real Madrid. Y llevo dándole vueltas al asunto, con cierta malquerencia y algo de tontuna por aquello de desdramatizar un poco -en estas coordenadas geográficas subpirenáicas y presaharianas tendemos a tomarnos el fútbol y la política con demasiado drama-, desde que el martes saltó la noticia del fichaje de Julen Lopetegui por el Real Madrid a apenas 72 horas de que la selección española debute en el Mundial de Rusia. Siguiendo el argumento inicial, ¿a ver si va a resultar que el Real Madrid es un club indepe, por ejemplo? Adoro el fútbol, el fútbol nivel business quiero decir. El ir y venir de contratos y negociaciones de estos últimos días ha tenido que ser de ver. En este negocio no hay amigos, Vito Corleone habría durado medio telediario. Y luego estas vidas paralelas del fútbol y la política: dimite Zinedine Zidane, cae Mariano Rajoy. Cesan a Lopetegui y cae el nuevo ministro de Cultura. Hoy empieza el Mundial, que no decaiga.