Es lo que tenemos los blancos europeos, que nos salvan a un niño de caerse de un balcón y hasta nos caes bien. Nos gustan los héroes incluso aunque sean pobres, negros y sin papeles; entonces lo arreglamos rápido. Si te juegas la vida por uno de los nuestros, te damos la nacionalidad, te llevamos a ver a nuestro presidente, te ofrecemos trabajo y te sacamos en los medios. Pero tienes que hacer algo por el estilo, como en Francia; si no, no vale. Si no, nos olvidaremos de que seguramente te has jugado la vida en más de una ocasión para atravesar, como mínimo, un par de continentes buscando un futuro mejor. Si no eres un héroe extraordinario, pensaremos que vienes a aprovecharte de nuestras ayudas sociales, a vivir del cuento, a que te dejen una casa gratis y a acumular cheques que deberían ser para nuestros pobres blancos, que no tendrán un duro igual que tú pero por lo menos son nuestros. Bueno, y blancos y católicos, no un negro musulmán, o peor todavía. Así que salva a alguien o haz el tipo de acto heroico que quieras, pero date prisa. En caso contrario, date por jodido. Esto es Occidente, amigo. Aquí no consideramos a las personas como tal sólo por haber nacido. Somos así de hipócritas.