Allá vamos, comienza al fin la legislatura, casi cinco meses después de las elecciones convocadas vía 155 y con el horizonte inmediatísimo de ver cómo se va a gestionar el fin de ese 155, vinculado en su aprobación en el Senado a la toma de posesión del nuevo Govern. Harina de otro costal será si pronto o tarde asistiremos a un 155 2.0, como demanda Ciudadanos insistentemente, apostando incluso por extender el actual y evitarse nuevos trámites. Comienza mandato Quim Torra de una manera muy muy excepcional por muchas razones. Por ese 155, por ser un plan D forzado por circunstancias también excepcionales, por tener ya marcado un horizonte final por su líder en Berlín -que se apresuró el fin de semana a recordar que el Parlament podrá ser disuelto a finales de octubre-... Y además, porque los escenarios electoralistas comienzan a solaparse con fuerza: por un lado, la pelea a cara de perro de PP-Ciudadanos en el Estado; por otro, la no menos dura pugna que se avecina en las municipales catalanas -Torra ya habló el sábado de “la república de los municipios”-, con epicentro en el Ayuntamiento de Barcelona, donde el independentismo partirá a la reconquista frente a Ada Colau -muy beligerante con la designación de Torra- y el hipotético fichaje de Manuel Valls por C’s. Continuará.
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