parece que, esta vez sí, el PP entra en declive. Aunque aún falta bastante para las próximas elecciones generales -Rajoy dispone de hasta un par de años para convocarlas-, las encuestas coinciden al señalar el sorpasso de Ciudadanos y más aún después del máster falso y los botes de crema deslizados en el bolso de Cifuentes. Hay quien compara ya la actual situación popular con la descomposición sufrida por UCD en los albores de la transición. No tiene demasiado que ver, la verdad, porque aquello era una aglomeración de siglas y sensibilidades distintas aunadas para la ocasión, una UTE que estalló en mil pedazos cuando llegaron mal dadas. El PP actual parece mucho más compacto aunque es cierto que el fuego amigo existe -véase el caso Cifuentes- y que, a poco que el barco comience a hundirse, aflorarán las ratas para ponerse a salvo, bien en su casa o en algunas otras siglas que tengan a bien acogerlas. El mismo PNV ha reconocido que su posible apoyo a los Presupuestos estaría sustentado, entre otras cosas, en evitar la inmediata llegada de Rivera a La Moncloa. Otra cosa será que el nuevo adalid de la derechona española continúe recolectando adeptos mientras las izquierdas siguen enzarzándose y debilitándose mutuamente. Panorama sombrío, en todo caso, languidezca o no el PP.