si te resistes, te matan. No te asesinan, solo te matan, aunque medien en el homicidio puñetazos, estrangulamiento, mutilaciones y el intento de ocultar el cadáver. Si no te resistes, no hay violación posible, aunque te encuentren en la calle en estado de shock, y en el chat de La piara se hable abiertamente de ese delito que no contempla la sentencia. “Queremos violar todos”, decían. Claro que, si resulta que sí hay violación, se puede dar la paradoja de que los autores pasen más tiempo en la cárcel que el homicida, todos juzgados bajo el mismo techo con apenas diez años de diferencia por delitos cometidos en similares contextos y en las mismas y señaladas fechas, pero uno con resultado reversible en mayor o menor medida y el otro, desgraciadamente, no. A lo mejor por eso la violación de San Fermín ha acabado en abuso, porque el ridículo jurídico podría haber sido incluso mayor que la vergüenza a la que estamos asistiendo, si lo pensamos bien. En su día se rebajó tanto el listón por ser el niño quien era que esta vez no había manera de que la Justicia, por comparación, salvara los muebles hiciera lo que hiciese. Y ahora, con esta jurisprudencia sobre la mesa, que salgan la judicatura, la Policía y los legisladores y expliquen cuál de las dos opciones deben elegir las futuras víctimas cuando les asalten por la calle.
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