el príncipe heredero saudí ha girado visita a su primo el rey de España. Ha regado de millones al sector naval para hacerse con cinco fragatas destinadas a la monarquía absolutista que ha dejado más de 10.000 muertos en Yemen y que como gran avance en materia de derechos humanos exhibe los recién estrenados carnés de conducir de sus súbditas. Se crea empleo, diría Kichi, en comunión con Pedro Morenés, y no les falta razón, pero nadie me negara que hay que taparse la nariz, las orejas y los ojos para aceptar unos millones que no están destinados precisamente a llevar peregrinos en tren a La Meca, aunque cuando estén acabados los barcos probablemente Yemen ya habrá sido pacificado por la vía del exterminio en esta guerra que practican saudíes e iraníes en carnes ajenas. Sí, son muertos que quedan lejos y cada uno debe mirar por lo suyo, y no hay que entorpecer la recuperación, y si no se las vendemos nosotros se las venderán otros. Correcto, pero la próxima vez que un traficante de hachís enajenado se lance con una furgoneta por las Ramblas en pleno mes de agosto y los muertos sean nuestros que alguien recuerde por favor quién y desde dónde se fomenta su trastorno, y le diga al hereu que modernice su país, pero de verdad.