Hay estrategias que presumen de novedad y, sin embargo, son viejas como el ser humano. Este artículo nace así ante la evidencia de que el personal está quejumbroso ante la ofensiva del PP desde el Gobierno central para intentar calzarse, siempre presuntamente, el sistema público de pensiones o, al menos, abrir las puertas del mismo al sector privado, sin duda, muy interesado en un negocio de muchos ceros. Cada vez con mayor intensidad, los mensajes populares guían a la opinión pública hacia el supuesto de la insostenibilidad de las pensiones actuales y de las futuras. La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, insinúa que ya va siendo hora de que los jóvenes ahorren en planes de previsión privados porque el maná público se acaba. También ha repetido con un gracejo desproporcionado que los pensionistas deberían estar como unas castañuelas al ganar poder adquisitivo con otra subida del 0,25% en sus prestaciones. Junto a esas evidencias, Rafael Hernando fue capaz de encajar a los mayores entre los privilegiados en la última crisis y Celia Villalobos se quejó de la longevidad de los pensionistas. Como apunte, sólo decir que Joseph Göbbels, ministro de Propaganda nazi, ya avanzó aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Lo dicho.