unos por hartazgo y otros por meros intereses partidistas, lo cierto es que últimamente parece que a Rajoy le están creciendo algunos de los enanos a los que ha tenido sometidos y escondidos desde que accedió al poder allá por 2011. Los hartos, y evidentemente los que más razón albergan en sus demandas, son los viejos. A ver lo que les dura el cabreo a los, por otra parte, principales responsables del ascenso al poder del político más gris de la democracia. Si mantienen el pulso hasta las próximas elecciones, el gallego puede darse por jodido. Por si acaso esto es así, los hasta ahora inoperantes rivales del presidente comienzan a afilar sus garras. Así, el heredero natural de la derecha española, Albert Rivera, amenaza con desmarcarse de su alter ego sesentón reventando esa ley mordaza que él mismo ha sostenido hasta la fecha en virtud del acuerdo entre su partido y el PP. Más que por convencimiento, quizá porque intuye el declive ajeno crecido como está tras las últimas encuestas electorales. Después del alarde de facherío exhibido para ganarse a los enemigos de los nacionalistas durante la crisis catalana, llega el momento de desempolvar el disfraz de demócrata que tenía escondido en el armario y empezar a trabajarse también el voto de los normales.
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