La muerte de cientos de civiles en la región siria de Guta, al este de Damasco, a consecuencia de los bombardeos indiscriminados a que la zona es sometida por las fuerzas de Bachar al Asad, vuelve a mostrar de forma dramática la absoluta ausencia de control internacional sobre los conflictos armados, la doble moral que los países más desarrollados muestran ante los mismos y el descarnado olvido que se cierne sobre la guerra de Siria cuando están a punto de cumplirse seis años desde su inicio en marzo de 2011 y, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, cercano a la oposición a Al Asad, suma ya 346.000 muertos y doce millones de desplazados. Porque la actual masacre de Guta, donde se hacinan en torno a 350.000 personas, no es sino una repetición de lo sucedido anteriormente en Homs, Hula, Hama o Alepo, ciudades en las que se produjeron decenas de miles de muertes de civiles no combatientes ante la pasividad internacional. Y porque Guta ya fue el objetivo del ataque con gas sarín que, en agosto de 2013, costó la vida de 1.400 personas y llevó al entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en una inhabitual declaración, a acusar a Al Asad de haber “cometido crímenes contra la humanidad” y a pedir represalias contra los responsables del ataque, lo que estuvo a punto de inclinar al gobierno de Estados Unidos presidido por Barack Obama a participar directamente en un conflicto en el que en todo caso toma parte. Y si entonces el secretario general de la ONU apeló a la exigencia de cumplimiento del Protocolo de Ginebra de 1929 que prohíbe el uso de armas químicas, cabe apelar ahora, pese a la ausencia de reacción del sucesor de Ban Ki-moon, António Guterres, al IV Convenio de Ginebra para la Protección de Personas Civiles en Tiempo de Guerra, aprobado en 1949, que define la protección humanitaria para los civiles en las guerras y prohíbe la denominada “guerra total” puesta en práctica con los bombardeos indiscriminados contra población civil que se iniciaron sobre Euskadi -con Gernika como ejemplo universal- durante la Guerra Civil y se extendieron a todos los frentes en la Segunda Guerra Mundial. Casi setenta años después de la aprobación de aquel convenio, los intereses geoestratégicos de las grandes potencias no pueden hacer que la comunidad internacional permanezca impasible ante su continuado incumplimiento.