Tal vez por un momento, usted pensó que esta sociedad tenía posibilidades de cambiar. Ya, permita la carcajada. Sólo tiene que ver en qué estamos estos días. Lo estamos volviendo a hacer. Una jornada tras otra hablando de los políticos sobre los problemas de los políticos. Ahora estamos en ese periodo de encuestas que hace que todos los que tienen una silla que calentar se preocupen por si suben, bajan o se quedan igual. Claro, en un año tenemos municipales y forales. En dos, puede que estatales. Todo ello sin perder de vista las tierras catalanas, que aunque nadie lo quiera decir, están más cerca de otras elecciones que de formar nuevo gobierno. Así que a nadie le importa ya una mierda la crisis, los problemas sanitarios, las deficiencias en el sistema educativo, la precariedad del empleo, el saqueo de las pensiones, la violencia de género... No, no, que lo importante es si un partido supera al otro y cómo va la Champions (la futbolera y la política). Hasta nos tenemos que preocupar como sociedad sobre si el señor De Guindos va a cobrar de una institución o de otra. Luego, vendrá otra crisis y nos echaremos las manos a la cabeza otra vez. Y volveremos a quejarnos en las barras de los bares y en los encuentros con amigos. Total, de nuevo para nada.