comentaba el otro día con mi hermano, con motivo de la emisión en la tele de la mítica Superman, que va siendo hora ya de que repongan Acorralado, un peliculón como la copa de un pino cuya calidad quedó eclipsada por sus ridículas secuelas y también por los estereotipos que han lastrado al pobre Stallone desde los inicios de su carrera cinematográfica. Una vez retirada la capa superficial de tiros y testosterona, Acorralado expone el drama de miles de jóvenes a los que su país envió al infierno, que volvieron de Vietnam más tocados que el manto del apóstol Santiago, y que una vez en casa no encontraron ayuda para escapar de sus demonios. Es también, lejos del tufillo fascistoide que tras un visionado apresurado se le puede achacar, un canto al derecho a ser diferente, a no encajar, a apartarse a un lado, a elegir ser un vagabundo sin dejarse robar por ello ni un ápice de la dignidad que nos corresponde a todos los seres humanos solo por el hecho de serlo. Quizá la respuesta de John Rambo ante los abusos de que es objeto pueda resultar un tanto vehemente, sí, pero es que es una peli de acción, y cabe recordar además que como en El Equipo A, no muere nadie (casi nadie, en realidad hay un daño colateral), y eso que a lo largo del metraje se reparte plomo sin ningún sentido de la mesura.
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