Pues resulta que ayer fue el Blue Monday. Tranquila tropa. Antes de que desenfundemos las maltrechas carteras y tarjetas de crédito en plena cuesta de enero pensando en que llega otra jornada de compras sin freno tipo Black Friday o Black Monday, respiremos. Lo del Blue Monday va con poesía, es el lunes triste. Al parecer, una fórmula matemática que relaciona el factor climático, el gasto navideño, los ingresos, el tiempo transcurrido desde la Navidad, el periodo que ha pasado desde el último intento fallido de acometer un propósito de año nuevo y las motivaciones del individuo, determina el tercer lunes de enero como el día más triste del año. Lo bueno es que ya es el martes posterior al Blue Monday así que, haya sido o no el día más triste de 2018, ya pasó. Al parecer, el año ya solo puede mejorar. Quizá por eso precisamente resulta que hoy es el Día Internacional de la Croqueta. Porque, claro que sí, qué mejor manera de darle la vuelta al Blue Monday que una buena croqueta. Esas croquetas magníficas, esas croquetas de la abuela... ¿Hay alguna croqueta mejor que las de la abuela? De hecho, las croquetas tienen un poder evocador comparable a la magdalena de Proust. Mi compañero de mesa añade que es un eficaz termómetro de calidad hostelera. No le falta razón.
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