es la serpiente que se muerde la cola. La gente no quiere pagar por leer el periódico en Internet, los medios digitales no generan ingresos y el producto se resiente. Como el producto se resiente, el público se niega a pagar por algo que no reúne la calidad suficiente, y más cuando siempre hay oferta gratis porque nadie quiere ponerle el cascabel al gato, y el que se atreve a hacerlo lo hace solo a medias para no cerrar en un mes. Además está la propia idiosincrasia de Internet, la gente navega por impulsos, y por ello un buen y costoso reportaje sobre el terreno que cuente cómo se las arreglan los civiles sirios o congoleños nunca podrá competir con una teta, con las diez maneras de cocinar el cordero de Navidad, o con lo último que han dicho en Twitter los provocadores profesionales que pululan por la Red. Así nace el periodismo de blog, que no exige más trabajo que contar chorradas insustanciales pero llamativas, o transcribir opiniones ajenas bajo chillones titulares, si es posible con cuestiones polémicas como telón de fondo para atraer clicks, bien sea la lactancia materna, la cosa catalana, las vacunas o la Guerra Civil. Así llegamos a un punto en el que la superficialidad de lo que se lee es tal que sonroja, aunque a fin de cuentas tenemos lo que demandamos.
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