Dicen los del cortado mañanero que para ser Navidad estamos todos demasiado serios. Vaya por delante que casi todos son jubilados, es decir, a los ojos de nosotros, los currelas, ellos no se deberían quejar porque todos los días son festivo, más allá de que alguno jura y perjura con datos en la mano que no le dan las horas para hacer lo que quiere. Así que para levantar el ambiente, y toda vez que hemos conseguido que el dueño del bar no salte sobre la barra cuchillo en mano cada vez que alguien menciona el procés, nos hemos conjurado para no tener ni una sola discusión periódico en mano. Así que hemos pasado de los paros de los trabajadores del Ayuntamiento de Gasteiz, del Tren de Alta Velocidad y su trazado por Rioja Alavesa, del tranvía y los autobuses inteligentes varios (que con tanto nombre chorra nos estamos haciendo un lío), de los presupuestos de las distintas instituciones, de... Ya que no somos tontos y sabemos que el resto del año vamos a volver a las andadas de la discusión furibunda, nos hemos prometido que estas dos semanas queremos ser buenos, pensar sólo en no ganar demasiado peso y colesterol, y cantar unos villancicos. Y eso que al 90% de los presentes la parte religiosa de la cosa, ni fú ni fa. Por lo tanto, venga, montemos la marimorena.